"El viaje de Naruto para conocer a su clan lo llevará por senderos inesperados, quizás incluso por el otro camino que el niño de la profecía podría haber tomado.
Iruka suspiró aliviado al terminar la clase. Hace apenas unos días habían comenzado los estudios para convertir a los niños en shinobi.
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Mientras observaba a los pequeños alborotados, los gritos de emoción llenaban el aula. Iruka sonrió levemente y, tras un breve momento, anunció:
-Bueno, eso es todo por hoy. La clase ha terminado. Pueden irse.
Los niños, entusiasmados, se levantaron rápidamente de sus asientos y corrieron hacia la salida, ansiosos por salir al patio.
Naruto suspiró. Aunque el viejo Hokage le había dicho que los profesores lo ayudarían en su camino para convertirse en Hokage, todos lo evitaban. Miró a Iruka desde su asiento; incluso él suspiraba durante la clase y lo ignoraba. Naruto no entendía qué había hecho para que todos lo trataran así.
Al final de la clase, salió al patio y observó a sus compañeros.
Todos estaban con sus familias, riendo y yéndose juntos a casa.
Naruto los miró con dolor en su corazón. Él no tenía familia. No sabía qué había pasado con sus padres, ni por qué estaba solo. ¿Lo habrían despreciado como lo hacían los demás? Con tristeza, comenzó a caminar, sintiéndose cada vez más apartado del mundo que lo rodeaba.
Mientras caminaba por las calles de la aldea, Naruto notaba cómo todos lo evitaban. A su alrededor, podía escuchar murmullos y susurros cargados de desprecio. Sentía las miradas de la gente clavándose en su espalda, como si fuera alguien indeseable.
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"¿Por qué ese demonio tiene que estudiar con mi hijo?", murmuraba una madre a otra, lo suficientemente alto para que Naruto escuchara.
"¿En qué estará pensando el Hokage?", replicó otra, con el ceño fruncido. "No quiero que pase tiempo con mi hijo, nunca se sabe qué le hará ese monstruo."
"Yo le dije a mi hijo que lo evitara", añadió alguien más, en un susurro cargado de miedo y desprecio.
Naruto caminaba con tristeza, apretando los puños mientras oía esos comentarios. Aceleró el paso, queriendo escapar de los murmullos que le atravesaban como cuchillas. Sin pensarlo, comenzó a correr hacia el bosque. Quería entrenar, quería alejarse de esas palabras que lo perseguían a donde fuera.
