Después de aquella noche en el parque, algo había cambiado entre Hyunjin y Minho. Al principio, trataron de restarle importancia. Un beso fugaz, un toque involuntario, nada que no pudiera ser ignorado. Pero la verdad era que, cuanto más se veían, más difícil se volvía ignorarlo. El roce de sus manos, el cruce accidental de miradas, las sonrisas que se alargaban un poco más de lo necesario. Todo se volvía cada vez más cargado, como si la atmósfera misma estuviera llena de algo no dicho, de algo que ninguno de los dos se atrevía a reconocer.
Cada encuentro ahora tenía algo diferente. Las conversaciones que antes parecían sencillas y casuales se volvían más personales. Las palabras, suaves y relajadas, se transformaban en susurros, como si todo lo que dijeran pudiera romper la delgada línea entre la amistad y algo mucho más complejo. Hyunjin empezaba a notar cómo el corazón de Minho latía con más rapidez cuando él estaba cerca. Y Minho, aunque intentaba controlarse, sentía que algo dentro de él se desmoronaba cada vez que veía a Hyunjin sonreír de esa manera tan segura y despreocupada, como si nada pudiera hacerle daño.
Los besos, antes una explosión de impulso, ahora eran más frecuentes. Involuntarios, sí, pero también cargados de algo que ninguno de los dos quería admitir. Siempre sucedían de la misma manera: una mirada demasiado larga, una cercanía que hacía que sus cuerpos se rozaran, y antes de que pudieran detenerse, los labios de uno se encontraban con los del otro, como si fuera lo más natural del mundo.
Minho, al principio, se había sentido abrumado por la confusión. Pero ahora, incluso si trataba de negar lo que sentía, no podía dejar de pensar en cómo Hyunjin lo hacía sentir. Cada beso, cada caricia, se quedaba con él mucho más tiempo del que deseaba. Y cuanto más se veía con él, más claro se volvía: había algo más entre ellos, algo que ni él ni Hyunjin se atrevían a poner en palabras.
Una tarde, después de una reunión rápida con amigos, Hyunjin y Minho se encontraron en una esquina apartada del parque. El sol se estaba ocultando detrás de las nubes, y la calma de la tarde los envolvía en un silencio cómodo pero tenso al mismo tiempo.
—¿Sabes? —dijo Minho, incapaz de mantener el silencio mucho más tiempo—. Creo que esto está empezando a volverse... complicado.
Hyunjin se inclinó ligeramente hacia él, sonriendo con esa familiaridad que tanto desconcertaba a Minho.
—¿Lo dices por los besos o por el hecho de que sigues viniendo aquí a verme? —preguntó con un tono divertido, pero había algo en sus ojos que sugería una seriedad apenas contenida.
Minho lo miró, incapaz de evitar la sonrisa que se le formó en los labios. Aunque no quería admitirlo, las palabras de Hyunjin lo hacían sentirse más vulnerable de lo que había esperado.
—No quiero que esto se convierta en algo... más —dijo Minho, pero sus palabras no sonaron tan convencidas como esperaba. Los recuerdos de los besos, los toques, la manera en que Hyunjin lo hacía sentir... todo eso lo estaba atrapando de nuevo.
Hyunjin se acercó un poco más, sus dedos rozando los de Minho sin que él lo pensara demasiado. La distancia entre ellos era mínima, y la tensión, casi palpable.
—No estamos buscando algo más, ¿verdad? —respondió Hyunjin, su voz baja y tranquila, como si fuera una invitación, una promesa no dicha.
Minho se quedó en silencio por un momento. Hyunjin tenía razón en algo. Ellos no buscaban nada en particular, pero algo estaba pasando, algo que ninguno de los dos podía controlar. Esa línea que antes era clara entre la amistad y algo más, ahora se había difuminado tanto que ni ellos sabían dónde estaba el límite.
—No sé qué está pasando entre nosotros —admitió Minho, su tono más suave que antes, casi como si le temiera a las palabras.
Hyunjin lo miró directamente a los ojos, su expresión seria pero aún tranquila.
ESTÁS LEYENDO
𝘈𝘮𝘢𝘳𝘢 𝘷𝘦𝘯𝘥𝘦𝘵𝘵𝘢 • HyunHo
FanfictionA veces pensamos que la venganza es dulce, un plato que se sirve frío para poder ser disfrutado. Nunca vemos la otra cara. La cara que es caliente y amarga.