Un Años después...
Han pasado dos años desde aquella noche en el parque, la noche en la que Aitana y Gabriel volvieron a encontrarse. Desde entonces, la vida se ha convertido en algo que nunca imaginé. Luna y Gabriel se han convertido en hermanos inseparables. Ella, con su alegría y ocurrencias, ha logrado sacar la mejor versión de él, mientras que Gabriel ha aprendido a cuidar de ella con esa misma dulzura que heredó de Aitana.
Hoy es el día de nuestra boda oficial. Nos habíamos casado antes por el civil, con la única intención de asegurarle a Aitana y a los niños una familia estable, un hogar. Pero esta ceremonia… esta es nuestra celebración, nuestra forma de cerrar el capítulo del dolor y abrir otro lleno de esperanza.
Estoy esperando en el altar, con Luna y Gabriel a mi lado, ambos impecables en sus pequeños trajes. Gabriel me mira, serio, pero puedo ver la emoción en sus ojos. Ha crecido mucho desde que lo conocí.
—Papá, ¿crees que mamá está nerviosa? —me susurra Gabriel.
—Un poco —le contesto con una sonrisa—. Pero solo porque este es un momento importante para todos.
Luna se agarra a mi brazo, con una gran sonrisa en su rostro.
—¡Yo quiero que mamá llegue ya! —dice, con esa impaciencia que solo ella puede tener.
Finalmente, la música comienza, y todos nos giramos para ver a Aitana. Cuando la veo, siento que el mundo se detiene. Ella camina hacia mí con una sonrisa tranquila, con los ojos llenos de lágrimas contenidas. Está radiante, absolutamente hermosa.
Cuando llega hasta nosotros, tomo su mano, sintiendo en ese toque la promesa de todos los días que nos esperan. Mis votos son sinceros y simples; le prometo estar a su lado en los buenos y malos momentos, ser su apoyo y su amigo, amarla sin condiciones, como ya llevo haciéndolo desde que nos encontramos. Ella, en su voz suave, me responde con la misma promesa, y en ese instante, siento que la vida nos ha dado, finalmente, el cierre perfecto y el nuevo comienzo que ambos necesitamos.
Al final de la ceremonia, Gabriel y Luna corren hacia nosotros, y juntos, los cuatro, nos abrazamos en un momento que guardaré en mi corazón para siempre. Sé que esta es la familia que siempre deseé, y que cada paso que dimos hasta llegar aquí valió la pena.
Tres Años después...
Han pasado tres años desde nuestra boda, y no podría ser más feliz. Darío, Gabriel, Luna y yo hemos encontrado una paz y una alegría que pensaba inalcanzables. Nuestra vida se ha llenado de rutinas sencillas pero llenas de significado: los desayunos en familia, las noches de cuentos, los partidos de fútbol improvisados en el jardín… cada día siento más profundamente que hemos construido un hogar sólido y lleno de amor.
Hoy, mientras preparo la cena en la cocina, no puedo evitar sonreír al pensar en la sorpresa que he guardado para ellos. Hace unos días descubrí que estoy embarazada, y aunque he querido contárselo a Darío desde el primer segundo, decidí esperar para poder anunciarlo de una forma especial.
Después de la cena, les pido que se reúnan en la sala, sin explicarles demasiado. Darío, con una mirada curiosa, observa cómo Gabriel y Luna, emocionados, se sientan en el sofá, expectantes.
—Bueno… —comienzo, tratando de contener las lágrimas de felicidad—. Tengo algo que contarles. Es una noticia especial para cada uno de ustedes.
Luna me mira, con los ojos brillantes y una sonrisa traviesa en su rostro.
—¿Es una sorpresa, mamá? —pregunta.
—Sí, mi amor, es una sorpresa —le digo, tomando aire y mirándolos a los tres—. La sorpresa es… que dentro de unos meses, seremos cinco. ¡Van a tener un hermanito!
La sala queda en silencio por un momento mientras asimilan la noticia. Gabriel me mira con los ojos muy abiertos, y luego susurra un “¿En serio?”, como si aún no pudiera creerlo. Darío se levanta lentamente, con una sonrisa que crece en su rostro, y se acerca para abrazarme, susurrando un “Gracias, amor” tan lleno de emoción que me hace sentir aún más plena.
Luna grita de emoción y corre hacia mí, abrazándome con fuerza.
—¡Voy a ser la hermana mayor de otro bebé! —dice, riendo y girando de felicidad—. ¡Seré la hermana mayor más grande del mundo!
Gabriel también se acerca, con una sonrisa tímida pero llena de amor. Se inclina y pone una mano en mi vientre, como si estuviera saludando al bebé que aún no ha nacido.
—Te vamos a cuidar mucho —dice, y en sus palabras escucho toda la ternura de un hermano mayor.
Darío me rodea con sus brazos, y nos quedamos en silencio, mirándonos con la emoción de quienes, finalmente, se sienten completos. Sé que este bebé será la culminación de todo lo que hemos construido juntos, el símbolo de una vida que, pese a todos los obstáculos, ha encontrado su camino hacia la felicidad.
Más tarde, cuando los niños ya están dormidos, Darío y yo nos quedamos en el salón, hablando en voz baja sobre el futuro. Él acaricia mi vientre con una dulzura infinita, y siento que somos más fuertes que nunca, más unidos, más felices. Y mientras me dejo envolver por su abrazo, sé que este es solo el comienzo de una nueva etapa, llena de amor, esperanza y familia.
Esta es mi vida. Esta es nuestra vida. Una vida que ha pasado de ser un sueño lejano a convertirse en una realidad maravillosa. Y en ese instante, mientras cierro los ojos y apoyo mi cabeza en su hombro, sé que no hay nada más que necesite para sentirme completa.
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Contrato de Amor
Roman d'amourAitana jamás imaginó que fingir ser la esposa de su jefe, el misterioso y solitario Darío Valmont, la llevaría a un mundo lleno de secretos. Entre miradas prohibidas y una pequeña niña que despierta su instinto maternal, Aitana descubre que este con...