🥭PATRICIA & NÉSTOR🥭 RESPIRA One Shots

Accidentes con suerte

Cerca de la una del mediodía, Patricia, su partido y compañía salen de una sala de uno de los edificios de la ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. Tras una tensa y extensa reunión, Néstor, quien también acudió, no puede evitar su frustración y, en cuanto tiene un momento, se acerca a la presidenta con determinación.

 
-         ¡Patricia! Tenemos que hablar de lo que acaba de pasar ahí dentro. Creo que no estás considerando todos los aspectos importantes.

-         Néstor – sin detenerse, lo mira con firmeza – ya discutimos todo en la reunión. Lo que tú consideras importante no siempre es lo mismo para todos. Yo tomo las decisiones aquí.

-         ¡Pero esta decisión afecta a todos, y lo sabes! Creo que estás ignorando los puntos que podrían marcar una diferencia significativa. Al menos deberías escucharme.

La presidenta se detiene un momento, visiblemente molesta, y lo enfrenta con una mirada severa. Se siente presionada, sabiendo que el doctor tiene sus razones, pero también convencida de su posición.

-         Néstor, no es cuestión de ignorarte, pero hay prioridades que sólo alguien en mi posición puede entender. No siempre estás en lo correcto.

-         ¡No se trata de tener la razón! – alza la voz - ¡Se trata de hacer lo mejor para todos! Al menos podrías abrirte a otras opiniones sin descartarlas de inmediato.

Ambos intercambian miradas tensas, sin ceder terreno en sus posturas. La discusión se alarga, cada uno intentando convencer al otro, pero sin lograr un entendimiento. Ella, cansada, respira hondo tomando una decisión.

-          Mira, no vamos a llegar a ningún lado así. Necesito… necesito un momento, necesito respirar.

Aprovecha una pausa en la conversación para girarse y alejarse de él, sin esperar respuesta, abandonando el museo, cruzando las puertas hacia fuera. El doctor Moa, frustrado, la observa mientras se marcha, consciente de que, por más que haya intentado razonar con ella, no ha logrado cambiar su opinión.

Decide contemplarla un rato desde su posición, mientras se enciende un cigarro. Ella camina apresurada, adelantándose a sus compañeros, incluido Emilio, dejándolos varios pasos atrás.

La atmósfera se vuelve tensa cuando un grupo de personas con actitud desafiante se acerca a Patricia. Llevan pancartas y un aire de protesta en sus expresiones. Tienen la intención aparente de dialogar, pero sus palabras reflejan enfado, más que disposición a escuchar.

-         ¡Presidenta! ¿Cuánto tiempo más va a ignorarnos? ¡Estamos aquí porque no podemos soportarlo más!

-         Por favor, mantengan la calma – responde con voz firme, levantando la mano – Estoy dispuesta a escuchar sus preocupaciones, pero no bajo amenazas.

-         ¿Escuchar? ¡Eso es lo que no haces! ¡Sólo actúas para tus intereses! ¿Cuándo fue la última vez que te importó algo más que tus reuniones?

La multitud se agita, y Patricia retrocede unos pasos mientras intenta mantener la compostura. Sin darse cuenta, se va acercando al borde del estanque. Los manifestantes empiezan a empujar entre sí, acercándose cada vez más. Emilio intenta abrirse paso, pero ellos lo rodean.

-         Les pido que retrocedan, así no se va a solucionar nada. Esto no es diálogo, es intimidación – contesta ella, tratando de mantenerse tranquila, aunque su voz tiembla ligeramente.

-         ¡Diálogo! ¿Cómo te atreves a hablar de diálogo? Ya no tenemos nada que perder, no te creemos ni a ti ni a tus promesas vacías.

En medio de la discusión, uno de los manifestantes, accidentalmente, o intencionadamente, empuja a la presidenta, quien pierde el equilibrio y cae hacia atrás. El borde resbaladizo del estanque la traiciona y, en un instante, se precipita al agua, golpeándose la espalda y el costado izquierdo contra el bordillo antes de sumergirse.