Capitulo Unico

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Era un día como cualquier otro para Win, quien había llevado a su pequeño hijo al parque. El sol brillaba suavemente, y él empujaba la carriola mientras el bebé observaba, fascinado, todo a su alrededor. Win, sintiéndose bendecido, no podía dejar de sonreír al ver los ojitos de su hijo abrirse con curiosidad. En un momento, al ver que una mujer mayor tropezaba y caía cerca de él, Win reaccionó rápidamente para ayudarla. Le tomó apenas unos segundos acercarse, asegurarse de que estaba bien, y cuando volvió su mirada, la carriola estaba vacía. Su bebé, su pequeño de apenas nueve meses, no estaba.

Los minutos que siguieron fueron un caos; Win gritaba, buscaba desesperado, preguntando a todos los presentes si habían visto algo. Pronto, una multitud se reunió para ayudarlo a buscar, pero todo esfuerzo fue en vano. Su hijo había desaparecido.

Pasó un mes desde aquella desgarradora tarde, y Win no volvió a ser el mismo. Se encerraba en la habitación de su bebé, aferrándose a los recuerdos que le quedaban. Pasaba horas oliendo la ropita, acariciando los peluches y la cuna donde el pequeño había dormido tantas veces. La nana, una figura maternal que también estaba destrozada, se quedaba a su lado, dándole la poca compañía que podía ofrecer. La tristeza había consumido cada rincón de su casa y su vida.

Mientras tanto, Bright intentaba sostenerse en la desesperación. Durante el día, mantenía la fachada de hombre de negocios, trabajando sin descanso en su empresa para mantener la vida que habían construido. Pero cada minuto libre lo dedicaba a buscar a su hijo, investigando cada pista, cada posible rastro, contactando a policías, detectives privados, y cualquier recurso que pudiera darle una mínima esperanza de encontrar a su hijo. Aunque él no lo dijera en voz alta, también se culpaba. Pensaba en todo el tiempo que había estado ausente, ocupado en el trabajo, y en lo diferente que sería si hubiera estado más presente.

Ambos padres vivían bajo el peso de la culpa y la desesperación. Win se preguntaba a diario qué podría haber hecho diferente, cómo había permitido que su bebé se alejara de su vista. Bright, por otro lado, se atormentaba por no haber estado en el parque ese día, por siempre estar demasiado ocupado para su familia.

Entonces, un día, mientras revisaba los documentos de su empresa, Bright encontró un sobre sin remitente en su escritorio. Al abrirlo, vio un papel con letras recortadas de revistas y periódicos, formando un mensaje que decía: "Si quieres volver a ver a tu hijo, deposita dos millones de dólares. No alertes a la policía, o lo perderás para siempre."

El mensaje dejó a Bright sin aliento. Había temido lo peor durante el último mes, pero ahora la realidad lo golpeaba con una fuerza que nunca imaginó. Sabía que tenía que actuar con rapidez, pero también con cautela.

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La noticia de la nota había sacudido a Bright y Win hasta el alma. No perdieron un segundo en movilizar todo lo necesario para traer a su hijo de vuelta. La mansión, generalmente un lugar de paz y lujos, se convirtió en el centro de una operación de búsqueda. Llegaron policías, detectives, expertos en tecnología, y se instalaron en el despacho de Bright, revisando cada detalle, preparados para rastrear cualquier llamada o mensaje que los secuestradores pudieran enviar. Había agentes listos para moverse al primer indicio de pista, todos conscientes de lo delicada que era la situación.

Win, con el corazón en un puño, se mantenía cerca de Bright, observando desde la esquina mientras los policías instalaban el equipo para interceptar cualquier comunicación. Estaba agotado, con el rostro marcado por el dolor y la falta de sueño. A pesar de la presencia de la policía, temía que algo saliera mal, que los secuestradores se dieran cuenta de la intervención y que su hijo pudiera sufrir las consecuencias. La sola idea lo hacía temblar, y aunque intentaba mantenerse en pie por su familia, el miedo era cada vez más difícil de soportar.

Duerme, Bebé, DuermeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora