32. 𝐄𝐤𝐤𝐨

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Contiene escenas y spoilers del acto 1 de la temporada 2

Contiene escenas y spoilers del acto 1 de la temporada 2

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Los Talis se encontraban en el laboratorio. Después de ver vivir a Viktor en ese estado y que se fuera de repente, tenía a Jayce medio deprimido. Su hermana, ___, que no se despegaba de él, estaba allí para ayudarle en lo que fuera y a consolarlo las veces que hiciera falta.

Así que allí se encontraban ambos, en el laboratorio. Miraban algunos papeles sobre el núcleo hex y los portales, mientras hablaban de los temas más recientes como el cambio de Caitlyn después de la muerte de su madre, o sobre Jinx.

— Eh espera — la paró él —. ¿Oyes eso?

Efectivamente, la chica afinó el oído y escuchó un sonido extraño. En la puerta no se encontraba nadie, pero, al mirar hacia el suelo, vio que los tornillos del conducto de ventilación de la sala se estaban desatornillando. La chica frunció el ceño y Jayce le hizo una seña en silencio para que se colocara al otro lado de la sala. Cogió su pistola y se preparó para recibir a los asaltantes, al igual que su hermano, que había cogido su martillo.

En cuanto la tapa se abrió, Jayce estuvo a punto de disparar. La luz azul dejó cegada a la chica y solo se quedó apuntando hacia abajo. Fue así hasta que Jayce lo apagó, y en el agujero vio a un Heimerdinger asustado.

— ¿Profesor? — exclamó Jayce.

— ¡Sí, por su puesto! — respondió enfadado —. ¿Qué mosca te ha picado?

El profesor salió del agujero y la chica fue a guardar el arma, pero, en cuanto vio que un chico moreno de pelo blanco salió detrás de él, volvió a apuntarle. Era una chica bastante desconfiada.

— Lo siento — se disculpó Jayce, y luego pensó durante unos segundos —. ¿Por qué te estás colando en mi laboratorio? ¿Y quién es el?

El chico moreno se cruzó de brazos y le dedicó una mirada neutral al hermano de ___. La chica recargó la pistola para que se diera cuenta de que no era quien mandaba allí y él se giró lentamente, dedicándole la misma mirada.

— Es... mi nuevo pupilo, Ekko — explicó Heimerdinger —. Ekko, mi antiguo pupilo, Jayce — le explicó —. Y... ___, su hermana, una científica brillante.

Ekko levantó las cejas rápidamente y la chica entrecerró los ojos sin mover el arma. Ambos hombres se miraron durante unos segundos y luego Jayce miró a la chica para asentir con la cabeza. ___ alzó las cejas, queriendo decir "¿en serio vamos a dejar a este libre sin darle una lección?". Jayce asintió de nuevo y la chica no tuvo más remedio que obedecer.

— Lamento la intrusión — se disculpó el profesor —. Estábamos intentando colarnos — admitió, y Jayce le miró durante unos segundos —. ¡Pamplinas, como si nunca lo hubieras hecho!

— Al menos a mí no me descubrieron — saltó la chica, encogiéndose de hombros.

— Ja. ¿Habéis estado... durmiendo aquí? — preguntó, y Jayce suspiró.

— ¿Quieres té, Ekko? — le preguntó el hermano de la chica, y ___ alzó de nuevo las cejas por la cortesía que estaba teniendo con ellos, especialmente por el chico de la ciudad subterránea.

...

Mientras Heimerdinger disfrutaba de su té, al tal Ekko le daba asco. No le culpaba, a ___ tampoco le gustaba el té. Jayce observaba el problema que habían tenido en el microscopio.

— Tienes razón — dijo él—. Coincide con los daños que vimos en las plantas que analizamos con el núcleo hex, pero... ¿Dónde encontrasteis esto?

— En el mundo subterráneo — contestó el chico.

— ¡Sí, la casa de Ekko es un lugar asombroso, una maravilla! — saltó el profesor —. ¡Deberías ver lo que...!

Y mientras la inocencia de Heimerdinger destapaba a Ekko, el pobre chico no hacía más que acercarse a él y decirle que se callara en voz baja. Al parecer era un secreto. El profesor no paró de hablar y Ekko se puso aún más nervioso. A la chica, que estaba sentada en frente de ellos, le hizo gracia y sonrió ligeramente.

— Este patrón... ¿Cómo puede estar ahí y aquí? — preguntó Jayce.

Heimerdinger y Ekko se levantaron y se fueron hacia donde se había hallado Viktor anteriormente.

— No... ¿Dónde está Viktor?

— Se largó — contestó la chica a la pregunta del profesor, y ambos se giraron —. Algo cambió en él, no estoy segura de qué, pero creo que tiene que ver con la magia.

— ¿Magia? — preguntó Ekko, asombrado.

— Mhm — asintió la chica, como si fuera lo más normal del mundo —. Apartando el tema de Viktor, supongo que tus plantas y nuestras... cosas de Hextech tienen que estar relacionadas. Puede que por el agua, o por la tierra.

— Explícate, hermanita — ordenó Jayce.

— Pues que si los Hexportales están conectados a la tierra y van a parar a la ciudad subterránea tal vez las plantas que nuestro jardinero ha cultivado estén contaminadas por nuestra tecnología.

Los tres chicos se la quedaron mirando sin decir ni una palabra.

— En mi cabeza tenía sentido...

— Eres una genio, ___ — saltó Jayce.

— Sí, bueno, alguien de la familia tenía que ser el inteligente, ¿no? — dijo, y Ekko soltó un suspiro que acabó en una sonrisa. Después de todo, a la chica no le caía realmente mal.

...

Los hermanos le explicaron a Ekko todo el tema de los hexportales, que les costó un buen rato, ya que el chico no sabía demasiadas cosas sobre la tecnología hex.

— ¿Así que son como huellas? — dijo el zaunita, por fin entendiéndolo.

— Exacto — respondió Jayce.

Los tres se encontraban en la mesa del laboratorio, mientras Heimerdinger paseaba por la sala, husmeando entre los materiales. Ekko se sentaba en frente de los hermanos, y mientras que Jayce se lo explicaba todo al chico, ___ apoyaba la mano en su cabeza, esperando a que fuera su turno para hablar.

— Entonces... — continuó Ekko —. ¿Entonces me estás diciendo que ese patrón está en mi árbol por que la cagaste con lo arcano con todas tus exigencias?

— Eso no es lo que... am...

Jayce rio nervioso y miró a su hermana para que le diera una ayudita, pero como la chica sabía que Ekko tenía razón, no hizo más que dejarle las cosas claras:

— Uf... Hermanito, te han jodido pero bien.

— No me vengas con esas, tú me ayudaste a construir Hextech.

— No, perdona, yo solo te resolví unos cuantos números. Además, me pagaron una fortuna.

— Resolviste más de la mitad de las ecuaciones, claro que hiciste una gran parte del trabajo.

— ¿Entonces fue por que tú no la pudiste resolver?

— ¿Qué? No, ___, por qué dices... Agh, da igual.

— Dos a cero hermanito, te estamos machacando — dijo, y alzó el puño para chocarlo con el de Ekko, algo que le hizo gracia.

— ¿Ahora te pones de su parte? — preguntó indignado.

— Estoy de parte de cualquiera que esté contra ti.

— Estupendo — dijo, y se levantó de la mesa.

La chica le dedicó una sonrisa al chico y se fue detrás de su hermano, que había cogido el martillo para ir hacia los hexportales.

— Ekko, ¿a qué estás esperando? — le preguntó el profesor.

— ¿Qué?, a nada, ya voy...

ARCANE - one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora