NEW VERSION: XXIX.

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LONDRES, INGLATERRA

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LONDRES, INGLATERRA. | MASEN.

Ya habían pasado unos días desde la muerte de Clarissa y veinticuatro horas desde que nos habíamos enterado, por lo que todo se había convertido en un escándalo. La policía no encontraba a Alex Woods, ya que no había dejado ni rastro de su desaparición. Las autoridades cada día nos demostraban que no servían para absolutamente nada.

Pero no nos importaban ellos ahora mismo cuando ya teníamos la ubicación del hijo de perra de Alex Woods. Lo íbamos a entregar a las autoridades cortado en unas cuantas partes.

Esta mañana Hayley me llamó para pedirle ayuda a mi hermano que se encontraba en Alemania, pero ahora estaba en la misma habitación que yo con su laptop. No había sido difícil convencerlo de que nos ayudara, ya que ese era su deber y yo mandaba en esta organización.

— Hay algo raro —dice Nigeriano cambiando de tema. Desde que habíamos llegado de Nueva York había estado insistiendo con que creía que algo raro estaba sucediendo con nuestros enemigos, pero eso no me importaba, por el hecho de que no me interesaban sus putas vidas.

Y mucho menos quería hablar de eso en estos momentos. Había tenido una puta semana en la cual no pegué el ojo y no quería ocuparme de esos temas ahora. De camino a Londres pude dormir diez horas, lo cual fue algo bueno porque gracias a eso tenía energía.

Al contrario de mí, Hayley no durmió en toda la noche y hoy a primera hora de la mañana se despertó para ir al cementerio a ver la tumba de su madre. El funeral había sido ayer por la tarde, cuando estábamos recién despegando de Estados Unidos, así que no tuvo la oportunidad de ir.

Tampoco la iba a dejar ir. Eso estaba inundado de periodistas y malditos agentes. Si ella se aparecía allí con mis escoltas, terminaría en las manos de esas personas y mis hombres claramente muertos. Le daba la libertad que quería, pero no iba a dejarla morir.

Así que hoy a la mañana fue y se encontró con Sergio. Gracias a mis hombres tuve la información que la intentó persuadir para que dejara de estar a mi lado y se volviera al C.O.A.D. con él. Mi principessa no aceptó y no le quedó de otra que entender que su hija ya había comenzado a amarme.

— Lo encontré —exclamó Ale mientras acercaba el punto azul que mostraba la ubicación de Woods. Me incorporé de mi asiento y me paré a un lado de mi hermano que levantaba la computadora para mostrarme.

El pequeño pedazo de mierda se encontraba escondido en un almacén viejo y abandonado. No me sorprendía que hubiera manejado hasta un lugar en el que sabía que la policía no iba a encontrarlo. La policía no, pero nosotros sí.

Mi organización tenía mucho más avance en la tecnología.

— Ese lugar no está tan lejos de aquí —, dice Nigeriano levantando las cejas. — Y sorprendentemente él está en nuestro territorio.

Obsesión Desafortunada ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora