Capítulo 1

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Quien ha despertado con una horrible resaca tras una larga noche de recuerdos confundidos por el alcohol, podría comprender con facilidad lo que sentía Henry en aquellos momentos. Estaba recostado sobre una colchoneta incómoda que amenazaba su espalda con uno de sus resortes salidos como lo haría un asaltante con la hoja del cuchillo contra el cuerpo de su víctima  , su cabeza le daba vueltas como un batidor usado y su visión acompañaba el compas del mareo distorsionando todo a su alrededor , además tenía un ardor en los ojos que le resultaba insoportable , Henry juntaba con fuerza los parpados y luego los abría una y otra vez pero solo consiguió que su cornea lagrimeara mientras el ardor seguía tan punzante como una astilla clavada en la piel. Su cuerpo, ¡oh por Dios su cuerpo! , entumecido de pies a cabeza , pesado y distante , parecía que las articulaciones estaban separadas entre sí – Como piezas de lego – la idea resultaba graciosa a Henry pero también escalofriante , aunque prefería aquello por el momento que haber sentido más dolores y malestares físicos de los que ya tenía  – Menos mal que a veces Dios aprieta el nudo pero no ahorca. –  La colchoneta donde estaba tendido desprendía un olor a orina rancia y seca , de días, meses o tal vez de años , pero que importa el tiempo que tendría aquella mierda sí su olor seguía siendo igual de repugnante  , aquella fetidez penetró en la nariz de Henry pasando con un asqueroso cosquilleo por su garganta hasta llegar a revolver el vomito – oh Henry por lo que más quieras , no pienses ahora en cosas asquerosas , por lo menos no hasta que te puedas mover – se dijo a sí mismo , pero ¿desde cuándo su mente se dejaba ser gobernada por el? , nunca lo había hecho y tampoco lo haría en aquel momento , comenzó a asociar el olor de la orina con ancianos , los ancianos con asilos y los asilos con pobres enfermeros que tenían que limpiarle el culo constantemente a aquellos ancianos que no podían contener la mierda ni avisar tampoco cuando estaban a punto de soltarse uno bueno sobre sus camas , pensaba que si así podía olería la orina de los ancianos la mierda debía ser peor , más penetrante , mas nauseabunda y aun así los enfermeros tenían que limpiarla como si fuera una mancha de chocolate sobre la ropa de un niño – Ash , definitivamente necesito vomitar , gracias querida mente de mierda – Al instante los pensamientos callaron como si le dijeran de esa forma “de nada querido Henry , estamos aquí para servirte , jodiendote” , pero el deseo de vomitar no se había ido , más bien se había intensificado . Con todas las fuerzas posibles intentó moverse de lugar y pudo sentir en la lejanía como sus piernas salían de la cama y tocaban el suelo, sentía como si apoyara sus pies sobre una densa capa de arena y poco a poco iba retomando la sensibilidad y movilidad. De aquella sensación arenosa pasó a un calambre que le recorría ambas piernas como hormigas en un madriguera  y luego ya podía moverse mejor y sentir el concreto que estaba bajo sus pies,  aunque aún seguía sintiendo entumecidos y lejanos los brazos y parte de los lomos y el torso, pero que importaba eso ahora, ya sentía las piernas y podía caminar por tanto lo que importante es que fuera rápidamente a vomitar. Al levantarse sus piernas se aflojaron y le hicieron balancearse, su vista aun era borrosa y sus ojos aun ardían, ¡pero qué joder! , donde potaba, ¡¿Dónde?! . – ¿Dónde estoy? , esta no parece ser mi casa – Y definitivamente no lo era, debía haberlo sabido desde que sintió aquella fetidez, un olor que había sentido antes en algún lugar pero no que recuerde en su casa, además su colchón no tenía ningún resorte salido. Finalmente no le quedó mas remedio y vomitó , arqueando su torso en dirección al suelo y quedándose así unos segundos antes de volverse a donde estaba acostado, Henry se dejó caer sobre la colchoneta y comenzó a pasar las palmas de sus manos (que apenas comenzaba a sentir más cercanas) por su rostro – Supongo que le tendré que limpiar eso luego al dueño de este lugar, quien quiera que sea  – musitó Henry mientras intentaba ubicar su cabeza en tiempo y espacio.
Al volver a abrir los ojos echó un vistazo a su alrededor y, por Dios, ¡donde se había metido! , aquello era una habitación pequeña, parecía una celda pero sin barrotes, los cuales habían sido sustituidos por una horrenda puerta de hierro oxidada. el cuarto tenía una ventana cubierta con una lona oscura desde fuera lo que impedía el paso de la luz al lugar , al menos en parte , aquella lona además impedía ver bien hacia afuera , ni idea de por que alguien pondría eso en aquel ventanal . Había también en una esquina un pequeño closet de madera con un candado que pendía sobre el cerrojo de la puerta, la, madera de aquello estaba carcomida pero sin embargo aun parecía fuerte. Al otro extremo de la habitación había una mesita de noche que solo de verla hacia que se le cerrara la garganta a Henry, estaba llena de polvo y tenia telarañas que oscilaban en los costados de las patas, también su madera estaba carcomida y roída por el comején dejando ver pequeños montículos de madera desgranada en el suelo. Sobre ella había una lámpara de mesa, de esas que prenden al jalar hacia abajo una pequeña cuerdita, vaya viaje al pasado suponía ver aquello para Henry. Sobre la mesita, impreso en la pared había una frase escrita con una caligrafía horrible, aquello rezaba: NO AY SALBACION PARA LOS MARRICASS. – Para quienes no debería haber salvación es para los que escriben así – dijo Henry para sí  marcando con la comisura de sus labios una pequeña sonrisa. Había mas escritos en las paredes del lugar pero Henry no se detuvo a leerlos todos, su vista estaba hecha un asco y fijarla en tantos trazos mal dados y frases ilegibles le era nocivo para su dolor de cabeza. Pudo notar además como también las paredes revestidas de un color grisáceo estaban manchadas de algo, manchas de colores verduzcos, amarillentos, escarlata fuerte, además había humedad corriendo por las esquinas y el techo, si inhalabas fuerte, podías sentir ese olor fétido que desprende la humedad y el moho, aquello más que una habitación daba la sensación de ser un desagüe de alcantarillado. Del mismo lado donde estaba la mesita de noche también había un calendario, tenía algunas páginas arrancadas y la fecha borrada a base de rallones, pero algo destacaba en su contenido, el mes que anunciaba era septiembre y había un circulo enorme y bien detallado de un color rojo intenso que rodeaba el día 28 – No creo que estemos a septiembre, sabrá Dios desde cuando no cambian eso,  ¿a propósito a que día estaremos? – Ni idea, como mismo tampoco sabía dónde estaba. Aquello llamó poderosamente la atención de Henry, un escalofrío recorrió su cuerpo y una pequeña sensación de melancolía comenzaba a nacer dentro de sí, inmediatamente apartó la vista de aquel almanaque.
Al lado de su cama había un retrete mohoso y mosqueado – mierda, que puto asco – expresó, dando un paso hacia atrás, aquella imagen volvió a revolver el vomito, pero tragó y sintió como aquella revoltura de desechos estomacales bajaba por su garganta como agua contaminada por una tubería. Sobre la puerta de hierro oxidada había un cartel que también llamó la atención de Henry, aquella inscripción de letras doradas decía:

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