Capítulo XVI

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   Paul no mentía cuando me dijo que había preparado una cena rica.

   Frente a mi estaba un plato con coles de bruselas, un puré de papas cremoso y unas pechugas de pollo empanizadas rellenas con queso.

   Luego de dejar una jarra con té frío en el centro de la mesa, Paul se sentó a mi lado.

   —Hay que dar gracias —Mary tomó la mano de su hermano.

   —Sí, hija. Aprovechemos que la Madre Superiora está aquí para bendecirnos.

   Lo miré, y Paul soltó una carcajada mientras sujetaba mi mano. Tomé la de John y cerramos nuestros ojos.

   —Señor, gracias por los alimentos. Bendícelo y dáselo a las personas que lo necesitan. Amén.

   En cuanto abrimos nuestros ojos, nos dispusimos a sujetar los cubiertos para comenzar a comer.

   —No me gusta eso —John miró con desagrado mientras señalaba las pequeñas esferas verdes que había en su plato.

   Paul rodó los ojos con fastidio sirviéndole té frío en su vaso.

   —John, no puedes saber si no te gusta si no los has probado. —Le dije. Luego me miró—. Es tan quisquilloso con la comida, Dios... No come nada.

   —Que no coma nada —Mary habló con la boca llena—. Me los dejas a mí.

   —No, John tiene que comer sus verduras y vegetales. Y tú no hables con la boca llena. Ah, y no alimentes a Lucky.

   El perro protestó.

   —Es que cualquier cosa verde debe saber feo...

   —Son ojos de troll —le dije, ganándome una mirada curiosa de su parte—. Y sabe rico.

   —¿¡Ojos de troll!?

   —Sí... Los cazadores de trolls suelen sacarlos y venderlo. Es exquisito. —Piqué un col con el tenedor y lo llevé a mi boca—. ¡Mmh! ¿No quieres probar los ojos de troll?

   —¡Qué asco!

   —¿Asco por qué, Johnny? —le pregunté—. Es un insulto a los cazadores de trolls. ¿Puedes creer lo difícil que es para ellos? Lo comemos por agradecimiento.

   Él no estaba muy convencido, mirabas los coles de bruselas con recelo hasa que decidió, usando sus manos, llevarse uno a la boca.

   Su semblante cambió por completo en cuanto lo masticó.

   —¡Son ricos los ojos de troll!

   —Ah, ¿lo ves? —llevé una cucharada de puré a mi boca—. Estabas perdiéndote de mucho al no querer comer los ojos de troll.

   Paul sonrió y Mary, que ya se había comido el puré, robó un poco del plato de su hermano, y me dijo:

   —¿Podemos decirte Madre Superiora, John? Es que te pareces a la monja que nos da catecismo en mi colegio.

   Su padre casi escupió la bebida. Tosió y se limpió la boca con una servilleta mientras que yo me esforzaba por no reírme.

   —¡Mary, más respeto a las cosas de Dios! —habló el que chupó el crucifijo mientras teníamos relaciones—. ¡Y más respeto a John!

   Ella me miró, sonriendo con la misma picardía de Paul. Luego, de pronto, adoptó un semblante curioso.

   —Ahora que lo pienso, papá, ¿por qué mi hermano tiene el nombre de John?

Forgive me ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora