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❝ Sarah Moore, prima lejana de Kiara siempre fue algo excluida por parte de los pogues incluso de por parte de su propia prima pero aún así estaba forzada a convivir con ellos y ellos forzados a incluirla, ella estaba llena de un vacío, un v...
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Dentro del pequeño cuarto de Kiara se encontraban ambas arreglándose para la fiesta estival, Kiara estaba frustrada por que no le agradaba la idea de ir a un lugar lleno de kooks sin sus amigos y menos estar con su prima. Sarah se miraba al espejo con una enorme sonrisa dándose un repaso por completo para ver si todo encajaba, estaba emocionada por la fiesta estival, aquel año le encantaba como iba vestida en comparación a otros años este iba acorde a su estilo. Entró la madre de Kiara al cuarto para ver cómo iban vestidas sus niñas preferidas y rápido puso ambas manos en su boca al ver a Sarah.
— Estás bellísima - sus palabras transmitieron en halago con carisma y tocó el collar de la rubia, una sonrisa tierna se coló en sus labios.— Ojalá tus padres pudieran asistir y verte así de guapa
Sarah mordió su labio inferior, realmente no deseaba que sus padres vinieran. Si no habían estado presentes nunca, ¿para que querían estarlo ahora?. — Lamentablemente están muy ocupados, ya sabes, negocios y esas cosas - fingió lamentarse recibiendo una caricia consoladora de Anna Carrera
— Es horroroso - murmuró Kiara recibiendo la atención inmediata por parte de sus madre, rodó los ojos y apoyo sus manos en los hombros de su hija.
— Lo sé, es horrible que te pida que asistas a una fiesta - añadió irónica llevándose una mala mirada por parte de la morena. Sarah se giró a verla y no iba mal, no iba absolutamente nada mal, llevaba un vestido violeta fruncido a la cintura y una diadema de flores. Sarah se sintió frustrada al ver como despreciaba como se veía cuando era literalmente lo que le ella aspiraba a ser.
— Deja de decir eso, te ves bien - saltó la rubia cruzada de brazos ganándose un quejido de Kiara por lo bajo. Cerró la boca sin decir nada más y limitarse a no hablar más.
— Parezco una cerda burguesa - volvió hacia su madre y ella suspiró armándose de paciencia.
— ¿Podrías dejar de preocuparte por las injusticias sociales por una noche?
— Mamá, hay gente a cinco kilómetros sin luz ni agua corriente - hizo un puchero. Kiara tenía un complejo de salvadora.
— Me voy abajo a esperaros - sentenció Sarah harta de escuchar aquella conversación. Ambas asintieron con la cabeza y ella se fue de inmediato.
Se sentó en el sofá al lado de Mike Carrera. Lo saludó con una sonrisa y abrió el teléfono para disimular sus pensamientos. No deseaba que vinieran sus padres pero a la vez sentía pena por tener que soportar ver a Kiara con los suyos siendo la familia feliz. Tenía diecinueve años y ya era mayor como para pensar tanto en ellos, el problema es que en esos diecinueve años nunca los había sentido presentes, solo en el dinero y los caprichos que ella deseaba pero lo que verdaderamente deseaba era poder acudir a los brazos de su madre cuando lo necesitara, llorar por chicos, jugar juntas o que su padre le explicara historias, jugara con ella y le enseñara un deporte pero no era el caso, las cenas eran silenciosas y pasar tiempo fuera de casa era un alivio para ese silencio, en la calle había sonido y estímulos perfectos para ella. La droga por suerte no era uno de ellos, más bien le gustaba la fiesta pero necesitaba estar fuera del jaleo porque se estresaba pero necesitaba movimiento, le gustaba estar sola pero necesitaba estar acompañada, le gustaba leer pero necesitaba un sonido de fondo para poder leer bien. Odiaba los silencios, especialmente aquellos que eran incómodos y no estaban acompañados de pensamientos pero cuando están llenos de pensamientos prefería no ser molestada.