Capítulo 7

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—¿Qué te gustaría poner? —interroga mi padre una vez que hemos bajado del auto.

—No lo sé.

—¿Alguna idea de lo que quieras? —pregunta ahora mi madre, acomodando sus anteojos oscuros.

—No tengo ni idea. Solo quiero que no sea tan exagerado, pero tampoco quiero que sea ordinario.

—Entonces vamos a ver, y nos dices dónde algo te llame la atención.

Caminamos entre tiendas con fachadas bonitas; tienen vitrinas y mostradores de cristal, la mayoría con luces blancas y sin demasiadas personas.

Observo con detenimiento cada objeto en busca de algo que me agrade para la decoración de mi fiesta. Gran parte de los artículos tienen cristal cortado, perlas, telas y listones de alta costura. Son realmente hermosos, pero no siento que vayan conmigo. Continuamos pasando entre algunas tiendas hasta que entramos en una donde hay plantas y flores de distintos diseños. Las paredes son grises con efecto de roca; otras parecen espejos, y la iluminación le da un efecto cálido.

—Buen día, soy Izy, estoy a sus órdenes. ¿En qué puedo ayudarlos? —saluda una joven empleada uniformada con pantalones azul claro y camisa beige.

—Buenos días —responde mi madre—. Marissa Avens, quisiéramos ver a Francis.

—¡Oh, claro! —Izy parece reconocernos—. Síganme.

Mis padres conocen a Francis desde antes de la universidad; es como si fuera parte de la familia. Para mí es el tío Francis, y ha organizado la mayoría de nuestros eventos desde que tengo memoria.

Pasamos por pasillos llenos de flores artificiales, luces y brillos. Subimos a un tercer piso y entramos en lo que parece ser una oficina; hay sofás grandes, una mesita para servir café o alguna bebida, y en las paredes cuelgan cuadros artísticos.

—¡Pero mira a quién tenemos aquí! —Francis sale de una puerta y se acerca animadamente a nosotros—. Hacía tiempo que no nos mirábamos.

—¡Hola!

—¡Pero si es la mismísima Sari! —me saluda—. ¿Qué te trae por aquí?

—Ya casi es mi cumpleaños, y me gustaría que me ayudaras con todo eso de la fiesta.

—¡Por supuesto! —exclama, tomando una libreta de un sofá—. Cuéntame qué ideas tienes.

—No quiero que sea algo tan común, pero tampoco tan extravagante. Me gustaría que reflejara una parte de mí. No lo tengo claro.

—Descuida, para eso está tu tío favorito.

Francis nos invita a sentarnos y hablamos sobre mi fiesta de cumpleaños, algunos planes que ya tenemos. Él propone algunas ideas y diseñamos otras. Al final, me convence con todos los detalles que ha mencionado, y quedamos de volver en unos días para revisar que todo vaya como lo planeado.

Al llegar a casa, voy directo a mi habitación, hago mis tareas pendientes y llamo a Helen.

—¡Hola! —responde del otro lado del teléfono—. ¿Cómo te fue?

—¡Excelente! Creo que ya no falta nada.

—¡Cuéntame cada detalle!

—No, va a ser sorpresa.

—¡Uno pequeñito!

—No —niego, divertida—. Quiero que lo veas tú misma con Ryan.

—Por favor...

—En unos días vamos a ir de nuevo —explico con emoción—. Ryan y tú podrían venir con nosotros.

—¡Acepto! —suelta un gritito—. ¡No puedo creer que voy a ser testigo de esto antes que todos!

Un tatuaje sin tintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora