A veces pensamos que la venganza es dulce, un plato que se sirve frío para poder ser disfrutado.
Nunca vemos la otra cara. La cara que es caliente y amarga.
Hyunjin tomó un sorbo de su café, dejando la taza sobre la mesa con cuidado. Minho, frente a él, tenía una expresión tranquila, mucho más serena que la última vez que se vieron en ese mismo lugar. Ambos habían cambiado. Lo sabían. Lo sentían.
—No pensé que volveríamos a estar aquí —comentó Hyunjin, sonriendo con una nostalgia que ya no dolía tanto—. No de esta manera.
—Ni yo —respondió Minho, devolviéndole la sonrisa—. Pero, en cierto modo, se siente bien. Como si todo hubiera tenido que pasar así para llegar aquí.
El silencio se acomodó entre ellos, un silencio que no era incómodo, sino lleno de significado. Se habían perdido y se habían encontrado, pero de un modo que no anticipaban.
—¿Sabes? —dijo Hyunjin, dudando un segundo antes de continuar—. A veces me pregunto… si hubiéramos sido más honestos desde el principio, si no hubiéramos hecho todo aquello…
Minho lo miró directo a los ojos, con esa mirada que siempre lo había desconcertado.
—¿Crees que las cosas habrían sido diferentes? —preguntó Minho, y en su voz había algo de vulnerabilidad, una duda genuina.
Hyunjin negó levemente, sin apartar la mirada.
—No lo sé… Pero quizá todo tuvo que ser así, con sus errores, con todo ese dolor, para que ahora podamos ser sinceros —dijo, y dejó escapar un suspiro—. Quizás para aprender lo que realmente queríamos… y quiénes éramos.
—Y ahora… ¿qué es lo que quieres? —preguntó Minho suavemente, como si fuera un susurro.
Hyunjin desvió la mirada hacia la ventana, viendo cómo la ciudad seguía su curso. Después de un momento, volvió a mirarlo.
—Aún me importas —admitió, sin rodeos—. Quizás más de lo que imaginaba. Pero también sé que hemos cambiado, y que, ahora mismo, estamos en un punto en el que… no sé si podríamos empezar de nuevo.
Minho asintió, como si hubiera estado esperando esas palabras.
—Yo también te quiero, Hyunjin. Y quizá… —su voz titubeó un segundo antes de recuperar la firmeza—. Quizá, en otro tiempo, en otro momento, cuando ambos sepamos bien lo que queremos… podríamos tener una oportunidad.
Ambos se miraron, su corazón latiendo con fuerza, pero con una claridad que antes no había sentido. Después de todo, ya no eran los mismos, y las heridas que compartían los habían moldeado, los habían hecho crecer.
—Quizás… esto sea una locura, pero ¿crees que podríamos intentarlo de nuevo? —preguntó el Hwang, con una media sonrisa que no podía esconder el brillo en sus ojos.
Minho soltó una risa suave, casi incrédula, pero sus ojos reflejaban la misma esperanza. —Sería diferente esta vez. No más juegos ni máscaras, solo nosotros, tal como somos.
Hyunjin asintió, sintiendo cómo ese vacío que había cargado tanto tiempo empezaba a llenarse de algo nuevo. Algo genuino. —No espero que sea fácil, pero… quiero intentarlo, contigo. Para bien o para mal.— Musitó, casi como si se sintiera avergonzado de confesar aquello.— Sí no era contigo.. No era con nadie..—
Se miraron en silencio, sabiendo que, esta vez, estaban dispuestos a hacer lo necesario, a dar todo de sí sin reservas ni planes ocultos. Sin los miedos que antes los habían alejado.
—Entonces… vamos a hacerlo bien, ¿de acuerdo? —dijo Minho, alargando una mano hacia Hyunjin, un gesto sencillo que contenía todas las promesas que alguna vez evitaron.
Hyunjin tomó su mano, entrelazando sus dedos, y ambos sonrieron, sintiendo una paz que solo llega cuando todo, finalmente, encaja. Frente a ellos había un camino incierto, pero esta vez, estaban listos para recorrerlo juntos. Con el corazón abierto, sus cicatrices como recordatorio de las batallas que habían librado, y sin temerle a los fantasmas de quienes alguna vez fueron.
Era un nuevo comienzo, uno donde podían centrarse en quienes eran ahora, libres del peso del pasado, y con la esperanza de quienes podrían llegar a ser, juntos.
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