Capítulo 24: El primer día de novias

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El sol comenzaba a desaparecer en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y violetas cuando Gala se despertó esa mañana. Al principio, todo parecía normal: su rutina, el café fuerte, la prisa por salir de casa y llegar a la oficina. Pero cuando su mente se aclaró por completo, recordó lo que había sucedido el día anterior. El beso con Karime, tan intenso y real, había dejado una huella profunda. Eran novias ahora. Gala no podía dejar de pensar en lo que había sucedido.

Había algo en Karime, algo que desarmaba sus defensas sin que ella pudiera controlarlo. La manera en que Karime la miraba, esa confianza desbordante que la hacía sentir pequeña, pero al mismo tiempo poderosa, la había atrapado sin remedio.

Pero lo más difícil era cómo manejar lo que ahora se había convertido en una relación con Karime. No solo era un asunto de lo que sucedió entre ellas, sino que ahora, estaban entrelazadas de una manera mucho más profunda. Gala lo sabía, Karime lo sabía, y las dos lo sentían en la misma medida. No había vuelta atrás.

Mientras se vestía, el sonido de su teléfono vibrando la sacó de sus pensamientos. Era un mensaje de Karime.

“Buenos días, hermosa. Hoy es nuestro primer día como novias. ¿Cómo te sientes?”

Gala se quedó mirando el teléfono por un momento, sin saber qué responder. ¿Novias? Nunca había estado en una relación como esta, algo tan nuevo, tan… diferente. Finalmente, escribió:

“Buenos días. No sé qué esperar, pero estoy dispuesta a ver qué pasa.”

El mensaje de Karime llegó casi al instante.

“Te prometo que será divertido. Nos vemos pronto, CEO favorita.”

Gala sonrió ligeramente, dejando su teléfono de lado. Aunque aún no sabía cómo iba a manejar la situación, había algo en las palabras de Karime que la hacía sentirse esperanzada. Tal vez, solo tal vez, esta relación traería algo más que caos. Podría ser lo que necesitaba.

——

Al llegar a la oficina, Gala trató de mantener la compostura, pero la atmósfera era diferente. La había conocido en una fiesta del trabajo, y ahora eran algo más que simples desconocidas. Karime era inconfundible: siempre tan segura, tan arriesgada, pero ahora, había una suavidad en su actitud que Gala no podía ignorar.

Cuando Karime la vio entrar, una sonrisa amplia se dibujó en su rostro. Esa sonrisa que siempre la hacía sentir enloquecer.

—Buenos días, amor. —Karime se acercó a Gala, y por un instante, Gala vio en su mirada una mezcla de cariño y picardía.

Gala apenas logró devolverle la sonrisa. Había algo en la atmósfera de la oficina que la mantenía alerta. Las miradas de los empleados, el murmullo que se percibía en el aire, todo parecía diferente desde que ellas habían cruzado esa línea.

—Buenos días —respondió Gala, manteniendo un tono profesional, aunque su voz sonó más suave de lo habitual.

No estaban solas, pero a medida que Karime se acercaba a ella, no podía evitar sentir que el mundo exterior se desvanecía por un momento. Las preocupaciones, las dudas, el trabajo, todo quedaba suspendido en ese instante, en ese contacto visual que hablaba más que mil palabras.

—Hoy se siente… especial —dijo Karime, acercándose aún más y tomando su mano sin pensarlo.

Gala se tensó un poco, pero no retiró la mano. Era una sensación nueva, algo que no había experimentado antes, pero que también la hacía sentir viva.

—Lo sé —dijo Gala en voz baja, su corazón latiendo con más fuerza de lo habitual.

Al final, la jornada pasó entre miradas furtivas y sonrisas secretas. Cada vez que Karime se acercaba, Gala sentía una mezcla de emoción y confusión. Algo había cambiado, y el aire entre ellas estaba cargado de promesas no dichas.

Al final del día, cuando la oficina quedó vacía, Karime sugirió salir a cenar. Gala no pudo decir que no, incluso cuando una pequeña voz en su cabeza le decía que debería estar más cautelosa. Pero algo en Karime la hacía querer abandonarse, aunque fuera por un par de horas.

Se encontraron en un restaurante elegante, una pequeña joya en el centro de la ciudad, con luces tenues y una atmósfera romántica. Karime ya había llegado, y cuando Gala la vio esperándola en una mesa junto a la ventana, su corazón dio un vuelco. Karime parecía más hermosa que nunca. Su vestido rojo caía perfectamente sobre su figura, y su sonrisa, esa sonrisa que Gala no podía resistir, la esperaba con impaciencia.

—Te ves increíble —dijo Gala, acercándose a la mesa.

—Tú también. —Karime le sonrió de nuevo, invitándola a sentarse frente a ella.

Ambas comenzaron a cenar. Había algo más en el aire, algo palpable. Karime no podía dejar de mirarla con esa intensidad que siempre había tenido, pero que ahora era más profunda, más personal.

—¿Sabes? —dijo Karime, tomando una copa de vino—. Nunca imaginé que terminaría con alguien tan… intensa como tú. Pensé que sería solo un pasatiempo, pero ahora…

—Ahora es mucho más que eso, ¿verdad? —Gala la interrumpió, sabiendo exactamente a qué se refería.

Karime sonrió, esa sonrisa que la desarmaba por completo.

—Sí, es mucho más. Y me gusta. Me gusta que todo sea impredecible.

La conversación continuó con naturalidad, pero había algo diferente en el aire. Las manos de Karime tocaron las de Gala varias veces durante la cena, un contacto sutil pero cargado de significado. No era solo un gesto amistoso, sino una promesa callada de lo que venía.

Cuando el camarero retiró los platos y las copas de vino vacías, Karime no pudo resistir más. Se inclinó hacia Gala, su rostro tan cerca del suyo que el aliento de ambas se mezcló.

—¿Sabes? —murmuró Karime, mirando sus labios—. Me hace feliz saber que ahora somos algo más que un "casi algo " Me hace sentir que todo está bien, me hace sentir viva y especial.

Gala no respondió de inmediato. Solo la miró, perdida en los ojos de Karime. Y entonces, sin pensarlo, sus labios se encontraron una vez más. Esta vez, más lenta, más profunda, sin la presión de la decisión que las había marcado antes. Fue un beso lleno de promesas y de algo más. Era el primer beso oficial, el primero como novias, y tenía el sabor de lo que podía ser un nuevo comienzo.

Cuando se separaron, Karime no se apartó. Sus frentes se rozaron, y por un momento, el mundo dejó de existir.

—¿Sabes qué? —dijo Karime, entre susurros—. Creo que este va a ser el mejor capítulo de todos.

Gala sonrió, sintiendo que, aunque el futuro seguía incierto, este día había sido solo el inicio de algo más grande.

—Yo también lo creo.

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