Epílogo

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17 años después

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"¡Vamos!" —exclamó Alastor Snape, y Hermione se cruzó de brazos y puso los ojos en blanco, aunque al joven de diecisiete años no pareció importarle.

"¿Tienes prisa?" —bromeó Hermione, reprimiendo una sonrisa porque sabía que había una muy buena razón por la que su hijo quería subir al tren. Él y Teddy Tonks-Lupin esperaban cortejar a la misma joven bruja, una Hufflepuff de su año. Quien, como quiso el destino, resultó ser la hija nacida de muggles de la pareja muggle de Sirius. Maeve era una chica encantadora. Probablemente no ayudó que ambos se hubieran dado cuenta de que era una chica casi al mismo tiempo, a pesar de que la conocían casi toda la vida.

Alastor se arregló la corbata, mirando de reojo a su madre mientras levantaba la barbilla. "Por supuesto que no" —dijo, casi de manera convincente.

Ella asintió lentamente, antes de estirar el cuello para mirarlo. "¿Quiénes eran todas esas brujas que te miraban con sonrisas tontas?"

Se había formado un grupito cuando recién llegaron a la plataforma, todas ruborizadas y pestañeando con un «Hola Al». Luego procedieron a chillar y a tener un pequeño ataque cuando él las saludó con la mano.

Él hizo una mueca. "Son unas idiotas, todas ellas. No juntan ni un cerebro completo entre todas."

Hermione tuvo que admitir que, aunque mostraba la misma actitud que su padre, Alastor podía salirse con la suya simplemente por su apariencia. Era, como su hermana mayor, lo mejor de ella y Severus. Su cabello era negro, corto y peinado de tal manera que hacía que el brillo grasiento pareciera parte del estilo. Tenía la nariz de su padre, pero no era tan dominante como en Severus, equilibrando su rostro fuerte y delgado. Sus ojos eran del color del ámbar y la miel. Y era alto, mucho más alto que Leo a los diecisiete años y un poco más ancho de espaldas. Eso, pensó, se debía a que era un golpeador, como su hermana y su cuñado, pero en el equipo de quidditch de Slytherin

"Entonces, ¿no están en tus clase nivel EXTASIS?", reflexionó.

Él resopló. "Como si el profesor Snape fuera a dejar que esas idiotas se acercaran a un caldero".

"Sí, bueno, tu hermano tiene una reputación que mantener".

"Una que le robó a padre".

"Si, pero nadie necesita saberlo. Simplemente juega con el mito del vampiro".

Alastor resopló y casi se le escapó una sonrisa.

Fue en ese momento cuando una gran multitud atravesó la barrera y la razón de su sonrisa quedó clara.

Lilia Snape estaba agarrada de la mano de su hermana mayor, parloteando emocionada, ignorando deliberadamente a su sobrino mientras este intentaba llamar su atención. A pesar de haber nacido con semanas de diferencia, Lilia actuaba como si fuera años mayor que William y lo hizo desde el mismo momento en que entendió que era su tía.

Will, por otro lado, era bastante firme en que ella no era mejor que él y no merecía nada del respeto que les brindaba a todos sus numerosos tíos y tías.

"Lo siento", dijo Severus cuando todos se encontraron. "Lil se pudo terca".

"Espero que no vayas a hacer eso en la escuela", le dijo Alastor a su hermana pequeña. "Si tomas la mano de Leo así, seguramente recibirás detención".

"Leo no me dejaría para empezar", replicó Lilia, con la barbilla apuntando hacia arriba.

Era Hermione en miniatura, excepto por su cabello lacio. No era tan sabelotodo dispuesta a demostrar que encajaba, pero a veces actuaba tan pretenciosa como Draco cuando era un niño, creyendo que su estatus familiar significaba algo. Era algo que Hermione y Severus habían intentado corregir, pero no habían tenido mucha suerte. Se culpaban mutuamente por ello.

Corrigiendo El DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora