MINHO
BOSTEZO mientras salgo de la furgoneta Sprinter el viernes por la mañana. La falta de sueño me estaba pasando factura y, por una vez, no era por salir de fiesta todas las noches.
No, había estado dedicando mi atención nocturna a algo totalmente distinto, o debería decir a alguien. Enviar mensajes de texto y hablar hasta altas horas de la madrugada con TaeMin cuando no me colaba en su casa o lo escondía en la mía era algo nuevo para mí, pero a lo que poco a poco me estaba volviendo adicto. Cuanto más conseguía de él, más quería, y aunque sabía que era un juego peligroso, no podía parar. Necesitaba una dosis de él más de lo que necesitaba cafeína esta mañana, y eso ya era mucho decir.
Detrás de mí, Baekhyun nos echaba la bronca por perdernos su desfile.
Sentí una punzada de culpabilidad por ello, teniendo en cuenta que nunca había faltado para apoyarle en la Semana de la Moda de Seúl, pero se me había olvidado por completo.
Tal vez llevaría a TaeMin a su próximo show...
Una mano se posó en mi hombro. Jungwoo.
—Hola, MinHo. ¿Vas a salir esta noche?
¿En serio? Todavía no había hecho planes con TaeMin para el fin de semana. Me encogí de hombros.
—Tal vez.
Jungwoo me miró con expresión incrédula.
—¿De verdad? Es la noche de inauguración de Bultada. ¿Key no te lo ha dicho?
Mierda, es verdad. Me había olvidado por completo de la apertura de un nuevo club nocturno en Gangnam. Recordaba vagamente que Key me había hablado de ello, pero junto con un montón de otras cosas, se me había escapado.
De ninguna manera los chicos me dejarían faltar la noche de inauguración, no cuando se esperaba que todos estuviéramos allí.
—Como si me lo fuera a perder —dije, esperando que eso bastara para que se callara y no me preguntara dónde había estado toda la semana. Bueno, más que eso, si fuera honesto.
Jungwoo me apretó el hombro.
—Bien. No es lo mismo sin ti.
Bueno, eso fue un estímulo para mi ego y me hizo sentir como un terrible amigo dos veces esta mañana.
—Lo siento, la mierda ha sido una locura.
—Ajá. —Me miró como diciendo que no se lo creía del todo, pero a diferencia del insoportable de Key, a Jungwoo no se le iba la lengua.
Gracias a Dios.
Al otro lado del patio, Se-eun le hizo un gesto con la mano para que se reuniera con ella y, mientras se alejaba, alcancé a ver una cabeza familiar que desaparecía por la puerta principal de Yonsei.
—Los veo luego —dije al resto de los chicos por encima del hombro antes de seguir a TaeMin.
Parecía que yo no era el único que necesitaba una dosis de cafeína, porque él estaba de pie en el mostrador de la cafetería pidiendo el café moca con leche más grande que tenían cuando lo encontré.
—Y un café doble para mí —dije, acercándome a TaeMin.
Sonrió, chocando suavemente su brazo contra el mío a modo de saludo.
—Hola, tú.
—Buenos días. —Señalé con la cabeza la taza grande con su nombre—. ¿Tarde por la noche?
—Tú sabrás.
Mis ojos parpadearon en dirección al camarero, advirtiendo a TaeMin del posible fisgón, pero él se limitó a levantar una ceja como diciendo: ¿Y?