Lilith
La mansión estaba en su punto máximo de esplendor; los candelabros relucían como constelaciones sobre las cabezas de los enmascarados que danzaban al ritmo de la música lúgubre que resonaba en el gran salón. Pero para mí, todo se había reducido a una única obsesión: mantener a Kilian a mi lado, donde siempre había estado.
Mientras me deslizaba entre la multitud, mis ojos no dejaban de buscarlo, asegurándome de que no hubiera vuelto a desaparecer con nuestra nueva y molesta invitada. Sabía que estaba jugando con mi paciencia, que se deleitaba en mi angustia.
Lo encontré finalmente, apartado en un rincón oscuro del salón, observando todo con esa mirada que era a la vez indiferente y hambrienta. Me acerqué a él, sintiendo la creciente necesidad de reclamar lo que era mío.
-¿Ya has dejado a nuestra nueva invitada cómoda? -preguntó Kilian, su voz un ronroneo que me provocó un escalofrío.
-Sí -respondí con una dulzura calculada, cada palabra impregnada de veneno apenas disimulado. -Parece que será una adición... interesante a la velada.
Él se inclinó hacia mí, su aliento rozando mi oído como un fantasma, mientras sus labios esbozaban esa sonrisa cruel que conocía demasiado bien.
-Oh, Lilith, sabes lo mucho que disfruto verte... apasionada -dijo, y el destello en sus ojos se intensificó, revelando su diversión al verme en este estado. Era como un gato jugando con un ratón, y yo era su presa favorita esta noche.
Sentí un nudo de ira y deseo apretarse en mi pecho. No podía permitir que él se apartara de mí, no esta noche, no frente a esa mujer que había captado su atención. Me acerqué aún más, mis dedos serpenteando por su pecho, tratando de reconectarlo conmigo, de recordarle que solo yo conocía todos sus secretos más oscuros.
-Kilian... -susurré, mi voz cargada de una mezcla de súplica y desafío. -Esta noche te quiero para mí, solo para mí, frente a todos ellos.
Él me observó, su mirada fría y evaluadora, disfrutando cada segundo de mi vulnerabilidad expuesta. Tiré suavemente de su corbata, llevándolo más cerca, nuestros cuerpos casi fundiéndose en la penumbra.
-Quiero verte rendido a mis pies, -murmuré, mis labios rozando su mandíbula. -Muéstrales a todos quién es la verdadera dueña de tu atención.
Sus ojos brillaron con un interés renovado, y sentí un destello de triunfo. Pero su respuesta no fue la que esperaba.
-¿Quieres que sea tuyo, Lil? -ronroneó, sus dedos deslizándose por mi cuello con una caricia que era más amenaza que afecto. -Entonces tendrás que ganártelo. Esta noche, no estoy dispuesto a regalar mi atención tan fácilmente.
La furia dentro de mí ardió como un incendio. Él estaba desafiándome, poniéndome a prueba, empujándome al límite. Podía sentir la risa en su voz, el placer que obtenía al verme consumir por la necesidad de mantener su interés.
Tomé una respiración profunda, conteniendo el impulso de gritar. No iba a darle la satisfacción de verme quebrar. Si él quería un espectáculo, se lo daría.
-De acuerdo, -dije, con una serenidad que me costó horrores mantener. -Entonces, disfruta de la velada, mi amor. Pero recuerda esto: nadie juega con lo que es mío y sale ileso.
Kilian sonrió, esa sonrisa peligrosa que me hacía sentir al borde del abismo. Pero antes de que pudiera responder, la intrusa apareció en el salón, sus ojos buscando algo, o más bien... a alguien. Lo vi. Esa chispa de curiosidad en la mirada de Kilian. Y supe que esta noche iba a ser una guerra.
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En la Sombra
HorrorMe encontraba en una situación aterradora, haber entrado a la tienda me había dado tiempo para pensar mi próximo movimiento, pero no había importado por que a donde fuera que yo vaya el esta ahí. En la Sombra acechando.