Capítulo 52: Elecciones Difíciles

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Pov.
















Alaya sentía que estaba atrapada en una encrucijada. Su reencuentro con Kiara había traído una sensación de familiaridad, como si estuviera rescatando una parte de su pasado. Pero esa decisión parecía alejarla más de Sophie, quien, en contraste, siempre había sido quien la escuchaba y la apoyaba en sus peores y mejores momentos. La pregunta se hacía más clara cada día: ¿debía aferrarse a una amistad que nunca le había dado el lugar que tanto anhelaba, o quedarse con alguien que siempre había estado a su lado de verdad?

El dilema le pesaba en el pecho. Un día, después de clase, se encontró conversando con Luisa, quien la miraba con genuina preocupación. Luisa no quería que perdiera a ninguna de las dos, pero también entendía la tensión en la que Alaya estaba atrapada.

—Mira, Alaya —comenzó Luisa, en un tono calmado—, sé que las cosas están difíciles, pero la respuesta solo la tienes tú. No dejes que las opiniones de los demás te empujen a hacer algo que no te haga feliz. Haz lo que sientas correcto para tu bien, y si puedes, trata de no perder a ninguna.

Alaya asintió, pero sus dudas no desaparecieron. Era un consejo lleno de equilibrio, aunque sabía que tarde o temprano debía elegir, porque mantener ambas amistades parecía cada vez más imposible.

La conversación con Clara fue diferente. Clara no era del tipo que se andaba con rodeos, y su opinión era clara y firme.

—Alaya, ¿de verdad quieres seguir con una amistad que nunca te ha valorado? —dijo Clara, cruzándose de brazos—. Lo que tienes con Kiara es tóxico. Nunca te ha dado el lugar que mereces, ¿por qué sigues aferrándote?

Las palabras de Clara la hicieron tambalear. Parte de ella sabía que había algo de verdad en ellas, pero otro lado de su corazón aún sentía apego por lo que alguna vez había tenido con Kiara.

Lucas, sin embargo, le ofreció una perspectiva diferente. Él también se había dado cuenta de cómo las cosas habían cambiado entre Alaya y sus amigas, y le preocupaba que una decisión apresurada arruinara algo que todavía podía salvarse.

—Alaya, si de verdad te importa, no dejes que esto termine así. Tal vez Kiara realmente se preocupa por ti, pero tú tienes que decidir si quieres hacer el esfuerzo de salvar esa amistad —le dijo, con una sinceridad que la conmovió.

Cada consejo la dejaba más confundida. Alaya sabía que tenía que tomar una decisión, pero también temía equivocarse. De una u otra forma, perdería algo importante. ¿Debía elegir a Kiara, la amiga que siempre fue una figura crucial en su vida, pero que nunca le dio el lugar que necesitaba? ¿O debería quedarse con Sophie, quien había sido una verdadera amiga en sus momentos de mayor vulnerabilidad?

Finalmente, Alaya decidió enfrentar la situación. Un día después de clase, invitó a Kiara y a Sophie a hablar en privado, por separado. Primero se reunió con Sophie, quien la miraba con una mezcla de tristeza y resignación. Alaya intentó explicarle la situación, pero antes de que pudiera decir algo, Sophie habló.

—Sabes, Alaya, nunca pensé que tendría que competir por tu amistad. Pero siento que eso es lo que ha pasado desde que regresaste con Kiara. No te culpo, pero también debo pensar en mí —le dijo Sophie, con una tristeza que Alaya nunca había visto antes.

Después de despedirse de Sophie, Alaya se sintió como si algo se hubiera roto. La amistad con Sophie ya no era lo que había sido, y tal vez eso era algo que no podría cambiar.

Más tarde, se reunió con Kiara, quien se mostraba distante, aunque dispuesta a escuchar. Alaya le confesó sus dudas, sus sentimientos de inseguridad, y cómo nunca había sentido que Kiara le diera el lugar que merecía. Kiara la miró en silencio por un momento, y luego, con una honestidad que Alaya no esperaba, le respondió:

—Sé que no siempre te di el lugar que te merecías, y tal vez ya sea tarde para intentar cambiar eso. Pero estoy dispuesta a intentarlo, Alaya. Si decides quedarte, quiero que sepas que esta vez quiero hacer las cosas bien.

Alaya salió de esa conversación con una sensación de paz, aunque también con un sentimiento de pérdida. Sabía que elegir una amistad significaba dejar atrás otra parte de sí misma. Sin embargo, en el fondo, sentía que había tomado la mejor decisión para su propio bienestar, aunque todavía no sabía si el tiempo le demostraría que había sido la correcta.

De esa forma, Alaya aceptó que a veces no era posible mantener todo igual. Las personas cambian, y las relaciones también. Aunque la decisión era dolorosa, Alaya se prometió a sí misma que, sin importar el resultado, había hecho lo mejor que pudo.










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