Secretos en la Oscuridad [Ayano x Megamo]

Secreto

Ayano solo ve que taro solo se confesó a Osana y ahora ayano sabe que taro ya eligió a si que se rinde y trata de olvidarlo...

Y lo hace...ya no le importa taro sabe que es perdida...de tiempo...

Ayano dejo de llamar a Taro "Senpai"
Para ya luego concentrarse en otras cosas y superarlo cada día de su vida...

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El timbre suena, marcando el inicio de un nuevo día en la Academia Saikou. Los estudiantes comienzan a llenar los pasillos, pero Ayano Aishi solo tiene un objetivo en mente: llegar al consejo estudiantil y observar al legendario Megamo Saikou, el presidente.

Todos en la academia saben quién es Megamo, respetado y temido por su actitud fría y su postura autoritaria.

Ayano, sin embargo, siente algo más profundo.

Ayano, quien hasta entonces había vivido sin emociones reales, había comenzado a experimentar algo que nunca antes había sentido al ver a Megamo desde la distancia.

Una mezcla de admiración, deseo y un sentimiento inexplicable que la impulsaba a acercarse a él. Desde aquel primer encuentro visual en el inicio de clases, su mente había sido consumida por pensamientos de él. Quería saberlo todo, cada detalle, cada secreto.

Finalmente, después de días de espiar de forma discreta, logra encontrar un punto estratégico frente a la sala del consejo estudiantil. Allí, observa cómo Megamo organiza papeles y da órdenes precisas a los demás miembros, quien, a diferencia de él, parecen intimidados. Él se mueve con una precisión calculada y su expresión es tan imperturbable que casi parece una estatua viviente, lo que hace que Ayano lo admire aún más.

Mientras lo observa, el pasillo se va vaciando poco a poco. De pronto, un sonido de pasos lentos y firmes la saca de su trance. Ayano gira y se encuentra con Taro Yamada, un compañero de clase. Taro sonríe de una forma amigable, pero sus ojos parecen estar más atentos de lo normal.

—Ayano, ¿qué haces aquí? —pregunta Taro, con una calma inusitada.

Ayano, sorprendida y algo molesta por la interrupción, intenta fingir desinterés.

—Nada en especial, solo estaba viendo a dónde iba cada uno —responde con indiferencia.

Sin embargo, Taro la mira con intensidad, como si pudiera ver a través de sus palabras. Su mirada parece cargada de algo más que simple curiosidad. Ayano, desconcertada, decide desviar la conversación para evitar que Taro sospeche.

—Deberíamos ir a clase —dice, caminando en dirección contraria a la sala del consejo estudiantil.

Mientras ambos se dirigen a la clase, Taro observa cada movimiento de Ayano con una atención que ella encuentra ligeramente incómoda. Hay algo en sus ojos, una intensidad que parece casi posesiva. Sin embargo, Ayano lo ignora, enfocándose en su plan para acercarse a Megamo. En su mente, solo existe la idea de cómo lograr que el presidente del consejo estudiantil la note.

Al llegar a clase, Taro elige el asiento detrás de ella, algo que nunca antes había hecho. Mientras la clase comienza, Ayano siente la mirada de Taro fija en ella, como si estuviera intentando descifrar cada uno de sus pensamientos. Ayano, en cambio, apenas es consciente de él; en su mente, solo hay espacio para Megamo y el plan que comenzará a ejecutar a partir de hoy.

Ese mismo día, después de clases, Ayano decide quedarse hasta tarde en la academia. Con un pretexto en mente, camina decidida hacia el salón del consejo estudiantil, sabiendo que, con suerte, Megamo estará allí solo. Al llegar, lo encuentra inclinado sobre un escritorio, revisando documentos. Es su oportunidad.

—¿Puedo ayudarte en algo, presidente? —pregunta Ayano, suavizando su tono para sonar servicial.

Megamo alza la vista y la observa con una frialdad que casi la hace temblar. Pero Ayano mantiene la compostura, decidida a hacer que él la note.

—¿Quién eres? —pregunta él sin expresión alguna.

Ayano sonríe levemente, dando un paso adelante. Esta es solo la primera interacción, la primera jugada en un largo juego que ha planeado. No sabe que, en la penumbra del pasillo, Taro la observa con una mezcla de celos y una furia que apenas logra contener.