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El villano seguía arrasando con todo a su paso, los locales alrededor siendo reducidos a destruidos mientras arrastraba a Katsuki sin piedad con sus tentáculos de lodo. Las explosiones que mi amigo lanzaba con desesperación apenas lograban algo. Cada detonación iluminaba momentáneamente el caos, pero no era suficiente. El fuego que se propagaba con cada ataque parecía burlarse de él, de su desesperación, de su lucha por liberarse. Cada chispa que veía a lo lejos me gritaba lo mismo: estaba perdiendo. Y yo... yo no hacía nada.
Mis piernas temblaban como si no fueran mías. Intenté dar un paso hacia adelante, pero el peso de mi propio miedo me lo impedía. La herida en mi cabeza latía con un ritmo doloroso, como si intentara recordarme que no estaba bien, que no podía con esto. La sangre corría por mi sien, caliente y pegajosa, mientras mi visión se nublaba por el sudor que caía sobre mis ojos. Apreté los dientes. Todo mi cuerpo estaba congelado, pero mi mente gritaba, una y otra vez, como una voz enterrada bajo una montaña de pánico.
"Haz algo... Haz algo... No puedes quedarte aquí viendo cómo lo matan."
Pero no podía moverme. Katsuki seguía atrapado. Su rostro, retorcido en una mezcla de furia y sufrimiento, estaba marcado por el cansancio. Su respiración parecía agónica, ahogada por ese lodo asqueroso que intentaba devorarlo por completo. Nunca había visto a Katsuki así. Siempre había sido fuerte, siempre había estado al frente, siempre había encontrado una forma de ganar. Pero ahora... ahora era distinto.
