Capítulo 8. ¿me ha seguido en Instagram?

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El fin de semana para Martin fue demasiado largo. Pasó la mayor parte del sábado en una celebración diurna con cóctel, a la que habían invitado a su madre y que según ella, le serviría para seguir abriéndose puertas y hacer contactos en el mundillo. Tuvo que aceptar aunque deseara quedarse entre sus sábanas remoloneando, si no quería una disputa con ella durante la semana.

Se vio innegablemente inmerso en conversaciones técnicas y aburridas mientras sujetaba su copa de vino blanco y ponía su mejor sonrisa fingida. Las copas viajaban de unas manos a otras y el brunch, repartido por camareros en distintas bandejas, eran de lo más exquisito. Las risas y el ambiente distendido hacían del lugar algo cómodo. Pero no para un joven de apenas dieciocho años cuando la media de edad de los asistentes rondaban los cuarenta.

El calor del traje negro con corbata estaba asfixiando al vasco, provocando que este llevase la mano al cuello para aflojar el primer botón de la camisa mientras separaba un poco la corbata del cuello. Se sentía asfixiado y fuera de lugar.

Se excusó con una sonrisa de aquel violinista parisino con el que estaba manteniendo una conversación fluida en un francés perfecto para salir a la terraza del restaurante a tomar el aire. Apenas era el mediodía y no había ni una nube en el cielo, los rayos de sol incidieron en la tez pálida del vasco, que cerró los ojos al sentir el calor en su rostro. Decidió tomar asiento en una de las sillas alejado del barullo que había en la sala para despejarse, y lo más importante, perder de vista las risas falsas de su madre con todos los asistentes. Le irritaba verla ser tan amable con todo el mundo menos con él. Le sacaba de quicio para ser exactos. Dio un último trago a su copa de vino y la posó encima de la mesa.

Masticó tranquilamente un canapé de salmón y aguacate mientras revisaba su Instagram con la mano libre. Entre las historias más recientes salía el círculo de Belén, la cual estaba haciendo un haul de sus últimas compras de ropa. Sonrió inconscientemente mientras tecleaba una respuesta: "despilfarradora 🤑💸". Se limpió la mano con una servilleta y se acomodó en el respaldo de la silla.

La siguiente historia le sorprendió, Denna le había añadido a mejores amigos y en ella se veía un vídeo de Juanjo haciendo el tonto en una casa que no logró identificar. El maño llevaba un pijama de dibujos y tenía todo el pelo aplastado en su frente mientras tocaba en un teclado una canción de Bruno Mars. A Martin se le revolvió el estómago recordando su último encuentro y lo borde que había sido con él. Se sintió raro e inquieto, nostálgico de sus intercambios de miradas. No lo confesaría pero deseaba volver a los piques constantes entre ellos. Le gustaba esa dinámica.

 El siguiente story era una foto de ambos chicos, ya bien vestidos posando en el espejo del ascensor. La mano del maño rodeaba completamente la cintura de la rubia, hecho que no pasó desapercibido para el vasco. Sintió un calor interno que asoció a la temperatura del día, retirándose la chaqueta y posándola en la silla.

Decidió hacer una locura.

-De perdidos al río - murmuró más para sí mismo, pues estaba solo en la terraza.

Dio click al perfil de Juanjo y le mandó una petición de amistad. Se quedó analizando lo poco que podía ver de su perfil, al ser privado. En la foto se veía a un Juanjo sonriente enfundado en una bufanda y un gorro, parecía de viaje en una ciudad europea que no lograba distinguir. Su biografía no podía definirle más: "fluyendo", seguido de mil emoticonos en un orden caótico y sin relación entre unos y otros.

Decidió hacerse una foto para subirla a stories, no con intención de que lo viera alguien en concreto (o sí). En ella Martin posaba junto a su copa de vino mostrando su outfit completo en una pose de lo más casual. Como pie de foto escribió: "día de negocios 😮‍💨".

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