𝑈𝑛 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑡𝑒 𝑟𝑒𝑠𝑓𝑟𝑖𝑎𝑑𝑜
La oscuridad de la madrugada envolvía todo, como un manto de terciopelo negro. El césped mojado y húmedo brillaba bajo la luz tenue de las estrellas, reflejando la memoria de la fuerte lluvia que había cesado horas antes.
El aire estaba lleno del olor a tierra mojada y hierba fresca, un aroma intenso y revitalizador. El silencio era casi absoluto, roto solo por el ocasional canto de un pájaro nocturno o el susurro del viento entre los árboles.
Pero cuando el sol comenzó a asomarse en el horizonte, la escena cambió dramáticamente.
El cielo se tiñó de tonos pastel, rosados y anaranjados, como una obra de arte divina. El campo de entrenamiento, antes oscuro y sombrío, se transformó en un paisaje vibrante y lleno de vida.
La luz radiante y acogedora del sol iluminó el césped mojado, haciendo que brillara como un espejo. Las gotas de agua en las hojas de los árboles centelleaban como diamantes, y el aire se llenó del canto de los pájaros y el zumbido de los insectos.
El olor a hierba fresca y tierra mojada se intensificó, mezclándose con el aroma a savia y flores que comenzaban a abrirse. La brisa matutina llevaba consigo una sensación de renovación y esperanza.
Justo entonces, el sol emergió completamente sobre el horizonte, bañando el campo de entrenamiento en una luz dorada y cálida. La sombra de Itadori se alargó detrás de él mientras caminaba hacia el centro del campo, con sus pasos firmes y decididos sobre el césped mojado.
El sonido de sus botas sobre la tierra húmeda resonaba en el aire, mezclándose con el canto de los pájaros y el zumbido de los insectos. El olor a hierba fresca y tierra mojada llenaba sus pulmones, y él inhaló profundamente, sintiendo cómo la energía de la mañana se acumulaba en su cuerpo.
A medida que avanzaba, la brisa matutina llevaba consigo el susurro de las hojas de los árboles, creando un ritmo suave y cadencioso que acompañaba sus pasos. Yuji se sentía en armonía con la naturaleza, con su mente clara y enfocada en la sesión de entrenamiento que lo esperaba.
Al llegar al centro del campo, se detuvo y miró a los alrededores, evaluando el espacio donde pasaría las próximas horas perfeccionando sus habilidades. La luz del sol iluminaba su rostro, resaltando la determinación en sus ojos…
Pero minutos pasaron y Maki nunca llegó. Itadori se quedó esperando, con su mirada escaneando el horizonte en busca de la figura familiar de la Zen'in. El sol continuaba su ascenso, proyectando sombras más cortas e intensificando el calor en su piel.
El aire matutino, que antes estaba lleno de energía y promesa, ahora parecía estancado y pesado. Los pájaros seguían cantando, pero su melodía ya no era tan alegre. El silencio entre los árboles se hizo más profundo, y Yuji comenzó a sentir una creciente inquietud.
Ella siempre había sido puntual, casi obsesiva con la hora. Era raro que llegara tarde, y aún más raro que no llegara en absoluto. Itadori frunció el ceño, con su mente empezando a elaborar explicaciones y preocupaciones.
El viento susurraba entre los árboles, llevando consigo el olor a hierba y tierra húmeda. Pero Yuji ya no lo percibía como refrescante; ahora era un recordatorio de la ausencia de Maki.
Se sacó su celular y revisó la pantalla por enésima vez, buscando algún mensaje o señal de vida de la Zen'in. Nada. La pantalla permanecía vacía, tan silenciosa como el campo de entrenamiento…
—Itadori —escuchó, y al subir la mirada de la pantalla, vió a Panda e Inumaki emergiendo en el horizonte, con sus figuras borrosas inicialmente, pero cada vez más definidas a medida que se acercaban.
ESTÁS LEYENDO
Compañeros de entrenamiento (Pausada)
FanfictionPanda e Inumaki están desesperados. Cuando se corrió la noticia de que los de primero vencieron a maldiciones de clase especial, Maki no quiso quedarse atrás. Eso no tendría nada de malo, si no fuese porque Maki los obligaba a entrenar con ella. Por...