Las vacaciones habían terminado con una rapidez desalentadora, y el colegio retomaba su rutina habitual. Un día antes de un importante partido de Quidditch, Harry bajó a cenar acompañado por Eileen, mientras Ron y Hermione estaban ocupados con sus propios asuntos. Ambos conversaron durante un buen rato, sus mentes aún obsesionadas con descubrir la verdad sobre el misterioso Príncipe Mestizo. Sin embargo, las sospechas sobre Draco ocupaban ahora el centro de su atención. Ambos estaban convencidos de que él era un mortífago, aunque carecían de pruebas. A Eileen, por su parte, le dolía admitirlo, pero no podía dejar de pensar que Sarah también estaba involucrada en algo oscuro.
Después de un rato, decidieron salir a caminar por el séptimo piso, consultando el Mapa del Merodeador para mantenerse alerta. Fue entonces cuando notaron algo que los dejó helados: un punto marcado con el nombre de Draco se encontraba en el baño de los hombres del piso inferior. Lo extraño no era su ubicación, sino su compañía. No estaba con Crabbe ni Goyle. Estaba con Sarah.
El asombro de Harry fue tal que no apartó los ojos del mapa hasta que chocó contra una armadura, provocando un estruendo. Eileen lo rescató rápidamente de su ensimismamiento, y ambos huyeron a toda prisa por temor a que Filch los encontrara. Corrieron escaleras abajo y se adentraron en el primer pasillo del piso inferior. Llegaron al baño en cuestión, y Harry, con cautela, pegó la oreja a la puerta. No escuchaba nada, así que la empujó lentamente y entraron.
Draco estaba de espaldas a ellos, inclinado sobre la pila, con ambas manos aferradas a ella como si su vida dependiera de ello. Su cabello rubio caía sobre su rostro, ocultándolo.
—Venga, Draco... —dijo Sarah en un tono suave y tranquilizador mientras le acariciaba la espalda—. Sabes que siempre estaré aquí para lo que necesites. Puedo ayudarte.
—Nadie puede ayudarme —sollozó Draco, temblando violentamente—. No puedo hacerlo, no saldrá bien... Y si no lo hago pronto... él me matará.
Harry y Eileen se quedaron paralizados al ver a Draco llorando de verdad. Lágrimas corrían por su rostro pálido, cayendo en la pila sucia. Con un grito ahogado, Draco levantó la cabeza, sus ojos se encontraron en el espejo con los de Harry y Eileen, que lo observaban petrificados desde la puerta.
En un movimiento rápido, Draco se giró y apuntó a Harry con su varita. Harry, sin perder tiempo, sacó la suya. Ambas chicas hicieron lo mismo, tensas y listas para atacar en cualquier momento. El primer maleficio de Draco pasó rozando a Harry, haciendo estallar una lámpara en la pared. Harry se lanzó a un lado, pronunciando en su mente el hechizo "¡Levicorpus!", pero Draco lo bloqueó con agilidad, preparándose para un nuevo ataque.
Durante minutos interminables, los cuatro intercambiaron hechizos y maldiciones. El baño se llenaba de explosiones y destellos de magia, pero ninguno lograba herir gravemente al otro, hasta que un estallido sacudió la habitación. El cubo detrás de Harry explotó, y el agua comenzó a inundar el suelo. Al intentar lanzar una maldición, Harry resbaló, perdiendo el equilibrio justo cuando Draco, con el rostro desencajado por el odio, gritó:
—¡Crucia...!
—¡¡¡Sectusempra!!! —bramó Harry desde el suelo, agitando la varita con desesperación.
Sarah, sin dudarlo, gritó el mismo hechizo, pero su maldición impactó a Eileen. La castaña no sabía exactamente lo que aquel hechizo podía hacer, pero si Harry lo usaba para atacar a Draco, ella no dudaba en imitarlo.
Sangre comenzó a brotar de los cuerpos de Draco y Eileen, como si invisibles cuchillas los hubieran cortado. Draco retrocedió tambaleante antes de desplomarse en el suelo encharcado. Eileen, igualmente herida, cayó detrás de Harry con un golpe seco
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Our Safe Place | Severus Snape
FanfictionEn un rincón sombrío del castillo de Hogwarts, Severus Snape descubre a una joven con un secreto que la une a él de maneras inexplicables. Con su vida marcada por misterios y sombras, Snape ve en ella un reflejo inquietante de su propio pasado, una...