Mi salida del baño es con la imagen de mis hijos sobre la cama. Jackie sostiene en sus manos un oso marrón que mueve a la vista de su hermano. Landon, como convenimos llamarlo, sonríe intentando tomarlo, sin éxito.
Con siete meses de edad, una espesa cabellera y ojos oscuros, es la felicidad de la casa. Su llegada al mundo fue tan accidentada como su gestación. Con un Jaken demasiado nervioso, tropezando con todo, y una Jackie disfrutando con ganas de la torpeza de su padre.
La ausencia de Landon hizo a Jaken dividir su tiempo entre el arreglo del cuarto, el bufete y nosotros. Aquella maratón le hizo bajar una talla, su rostro lucía desencajado, con sombras oscuras debajo de su rostro al sostener a su hijo, pero jamás lo vi a alguien tan feliz como a él ese día.
Seguíamos sin saber el sexo, nos enteramos de los labios de una enfermera. "¡Felicitaciones! Es un niño." Una mezcla de risa y llanto nos invadió junto con la certeza del nombre que llevaría "Landon". Dijimos en coro y así quedó estipulado
Su llanto inundó toda la sala de parto, verlo apretar las manos con el rostro rojo y lanzar su primer acto de comunicación, nos conmovió. Era la segunda vez que presenciaba ese acto, pero el sentimiento era el mismo.
Su cuarto había sido amoblado y decorado en tonos neutros; su guardarropa tuvo el mismo rumbo. Por consejos de Alice, dejamos los juguetes para su nacimiento. "No va a disfrutarlos, ni a entenderlos los primeros meses." Nos dijo a ambos.
—¿Iremos con el abuelo? —pregunta Jackie lanzándose en picada al piso y corriendo hacia un enorme ramo de diversas flores cortadas de cualquier manera —corté flores del jardín.
Las mueve el aire sonriente y se las lleva a su rostro, cierra los ojos mientras lo hace, sonríe inspirando el aroma. Ha crecido un par de centímetros y bajado un par de kilos en el proceso, pero sigue siendo igual de curiosa y parlanchina. Adquiriendo la costumbre de abrazar y dar besos a sus amigos, gesto que su padre odia y es motivo de conversaciones interminables que acaban en promesas de no volverlo a hacer, pero que son olvidados días o semanas después.
—¿Mami? —El llamado de mi hija me hace parpadear y sonreírle.
—Debemos esperar a tu padre —avanzo hacia su hermano y lo tomo en brazos —. No tarda en llegar.
—Y si nos vamos primero. —sugiere.
—Esperaremos a papá en el jardín —un sonoro beso en las mejillas rojas de mi bebé le hace lanzar una carcajada —. No le gusta que salgamos solas.
—No iremos solas, domingo estará con nosotros. —insiste.
—Necesitamos de cinco personas para cuidar de ti en el cementerio —sonríe al escucharme y resoplo —. La última vez te escondiste y tu padre estuvo enojado, todo el servicio dominical.
—No volverá a suceder. —baja la mirada hacia sus pies que mueve de forma nerviosa —quería ver al abuelo primero.
—Debes seguir las reglas o estarás en problemas siempre —aconsejo tomando el morral —. Salgamos al jardín.
Sigo teniendo problemas de adaptación en la mansión, me cuesta vivir en ella sin la presencia de mi padre. La presencia de mis hijos, esposo y mi familia logra estabilizar mi corazón. Dirigir la empresa y perseguir a sus sueños es la mejor manera que tengo de recordarles.
Jackie baja las escaleras a toda prisa, llamando a domingo a gritos y este le responde en algún lugar del jardín. Nuestro amigo vive con nosotros, aunque no en la mansión, usa el apartamento que papá le construyó a Mariana. Asegura, es feliz, trabaja conmigo, tiene amigos en la empresa y sigue asistiendo sin faltas a sus reuniones.
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Un príncipe Bastardo 3er Libro Rancho Mallory
Roman d'amourJaken nunca imaginó lo que su curiosidad sobre su pasado pudiera traer a su vida, ciertamente Gisella, tampoco. Ninguno de los dos estaba preparado para lo que el destino les tenía deparado, ni los enemigos que surgieron con esas revelaciones. Él hu...