I. Baile

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Jimin tenía la peor suerte del mundo.

Primero, la naturaleza lo castigó al presentarse como omega, maldiciéndolo de por vida. Segundo, su presentación a la sociedad se adelantó.

Tomando el antebrazo de su madre con una mano temblorosa, Jimin entró hacia el Salón Dorado del palacio de la familia Jeon. El gran salón solía usarse comúnmente para eventos de todo tipo, incluída la fiesta anual de cortejo donde familias nobles presentaban a sus descendientes omegas a alfas que estuvieran buscando pareja para un posible matrimonio. Desde que pisó los suelos de marmól, Jimin sabía que no debía estar presente. Le faltaban dos años para llegar a la edad en la cual podía tomar un esposo, pero la guerra...

— Cariño, me lastimas el brazo.

El omega de cabellos rubios no se había dado cuenta de su fuerte agarre. Relajó su propio brazo y miró a su madre de soslayo.

— Lo siento, madre —, Jimin le pidió disculpas en un murmullo.

Su madre detuvo sus pasos y suspiró pesadamente. Jimin la imitó mientras bajaba la mirada al suelo.

— Sé que te sientes presionado y fuera de lugar. Créeme, yo también pasé por lo mismo hace mucho tiempo atrás. Pero, en algún momento iba a pasar lo inevitable.

Jimin no sabía si su madre se refería a que la hora de buscar un esposo había llegado o que su padre iba a morir en la guerra. Sabía que las dos cosas iban a pasar en un futuro próximo, pero él no pensó que se cumplirían tan rápido. No se esperaba que la vida le diera un golpe tan duro.

— Padre no hubiera permitido esto —, Jimin protestó en voz baja.

Volvió a escuchar el suspiro de su madre. Era inútil luchar por una pelea ya pérdida. Era su destino y no podía negarse ante ello. Las cálidas manos de su madre alzaron su rostro tiernamente para que ambos se pudieran ver cara a cara; sus ojos marrones lo miraban con pena. Ella también estaba consciente de su inminente futuro.

— Es lo correcto, Minie —, su madre dijo sin más.

Jimin no le respondió, simplemente suspiró. Sin dirigirle la palabra, su madre le dedicó una triste sonrisa y lo guió hacia la familia Real.

El omega decidió distraer su mente y observó los detalles dorados del lugar; no es de extrañar que lo llamarán el Salón Dorado. Ahí dentro parecía el corazón del reino Golden: casi, si no es que todo el palacio, fue construído en marmól blanco y oro. También el salón siempre estaba decorado con telas y material dorado como combinación.

Había una fila ordenada para saludar a la familia Jeon y Jimin no pudo evitar sentir algo de nervios. Recuerda vagamente en su niñez cuando sus padres asistieron a una de las tantas fiestas organizadas en el palacio y lo presentaron oficialmente como su hijo. Desde ése entonces, no había tocado el lugar. Lo más probable era que no lo reconecieran; tal vez recordarían la muerte de su padre junto con los miles que yacían tallados en piedra en los cementerios por las montañas, ya que se les hacían honor por haber peleado en la guerra.

También la razón por la que Jimin sentía inquietud era el hecho de que los hombres alfas tenían que usar máscaras. Desde que comenzó la guerra entre Golden y Dionysus, el reino enemigo que se reveló hace 50 años, para proteger su identidad y a sus familias, los demás reinos, ahora ya invadidos, llegaron a un acuerdo para portar máscaras que les cubrían toda la cabeza y así evitar que los enemigos pudieran identificar a los reyes y príncipes. Golden se ha mantenido fuerte durante mucho tiempo, teniendo un número grande de guerreros liderados por el rey Sejong y su hijo, el príncipe Jungkook.

— No te olvides de hacer una reverencia hasta el suelo, como lo practicamos.

Su madre interrumpió sus pensamientos y asintió en respuesta. Su turno había llegado y el heraldo anunció su nombre y el de su familia. Un escalofrío recorrió su espalda, pero trató de ignorarlo mostrando una expresión apacible hacia la familia Jeon.

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⏰ Última actualización: Nov 11 ⏰

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say yes to me ~ kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora