Thomas pasó los siguientes días en Canadá. Era jueves y me carcomía la ansiedad. No podía esperar al sábado para besarlo y tenerlo para mi. Había momentos en los que deseaba haber pedido el pequeño favor de que me permitieran hacer mi trabajo de forma virtual, aunque me contuve y me obligué a tener la cabeza ocupada. Entre el trabajo y la universidad, esa tarea no se me hizo tan difícil. Aproveché para completar mis apuntes con más contenido y estudiar los temas que ya había leído y entendido.
También me junté con mis amigos en los almuerzos y fui a cenar a la casa de mis padres el miércoles a la noche. Lo cierto era que el estrés laboral me había hecho necesitar volver a sentirme en casa. Y por estrés laboral, me refería a la presión que tenía por las brujas de mis compañeras y al esfuerzo que me estaba consumiendo por demostrarles mi potencial.
Por dios, me estaba volviendo como Thomas. Una adicta al trabajo.
Aunque... no era tan malo. Si la vida me recompensaba por mi perseverancia, como lo había recompensado a él, entonces iba a ser alguien inteligente, exitosa y atractiva como el demonio. Bueno, no, eso último lo tenía él por ser... él.
Solté un suspiro mientras terminaba de perfeccionar el último capítulo resumido de la materia. Llevé mi espalda contra el asiento y me relajé unos segundo. Me dolía el cuello de tanto tensionarlo. Prácticamente había estado todo el día sentada y no me había percatado de eso hasta ese momento, en el que los músculos de mi cuello me imploraban que los dejara descansar.
Toqué la pantalla del móvil, marcaba las diez de la noche. Esperé encontrarme con algún mensaje de Thomas, pero no había nada en mi casilla. Me había llamado más temprano, para preguntarme como estaba y me había dicho que tenía una cena importante, así que esa era la razón por la que no tenía ningún mensaje desde las seis de la tarde.
Decidí ir a acostarme. Tenía ya mi pijama, pues lo primero que hice al volver de la oficina fue darme una ducha y ponerme cómoda. Después de lavarme los dientes, me tiré a la cama y me fijé las noticias del día en las redes sociales.
Robos en la ciudad.
Una pareja famosa rompió su relación.
El valor de las acciones.
Revuelo por una película basada en un libro que fue confirmada para el año siguiente...
Mi cara.
¿Mi cara?
¡Mi cara!
¡¿Qué carajos estaba sucediendo?!
Volví a la noticia anterior rápidamente y me incorporé en el colchón para sentarme y ver mejor. Mi corazón latió desbocado mientras leía lo que ponía el diario de chimentos más conocido de la ciudad.
"Adelaide Clark rompe el silencio sobre su relación pasada"
La rubia que se mostraba en la portada de la noticia, junto con una foto mía y de Thomas en el restaurante, se me hizo conocida. Era la de piernas largas, aquella que una vez acudió al despacho de Thomas para hacerle un desplante y que me gritó en la cara. Seguí leyendo.
ESTÁS LEYENDO
El diablo viste de traje
RomanceAl jefe de Sofía lo despidieron. Ser secretaria de un anciano machista nunca había sido de su agrado así que, al volver a la oficina, lo hizo con la expectativa de que se encontraría con una persona más capacitada y menos odiosa. Solo para encontrar...