Amber pateaba un saco de boxeo con fuerza. Entrenaba en el sótano de la cabaña. Quería ser más fuerte y calmar sus pensamientos intrusivos. Echaba de menos a su hermano.
Habían pasado meses y él ya estaba curado, pero no lo había visto; Lúcian se había encargado de seguir secretamente al muchacho. Tenía fotografías de su nueva vida. Ahora estaba rehabilitado y se paseaba de la mano de una pelirroja con pecas en la cara.
―Esta re-haciendo su vida. -Explicó Lúcian antes de dejar el sobre amarillo con las fotos reveladas de su cámara.
A Amber la embargaban cientos de preguntas, ¿Quién era esa inesperada mujer?, ¿ En dónde la había conocido?, ¿Habría guardado su secreto todo este tiempo?... Aquella pelirroja podía ser una amenaza enmascarada. Podía tratarse de otro temible caza vampiros.
Se limpió el sudor de la frente con el dorso de su mano y suspiró viendo las fotografías que instantes atrás había arrojado al suelo en un impulso de furia.
Su pequeño hermanito ya no era tan pequeño parecía que encaminaba su vida a una relación estable. Algo que Amber nunca pudo experimentar en vida.
Lúcian y Amber eran una pareja complicada. Se habían conocido por circunstancias inusuales y sobre naturales y ahora las cosas se habían enfriado un poco. Compartían su soledad juntos y los temas románticos habían quedado en el olvido. Simplemente eran buenos amigos viviendo juntos.
Eso no le gustaba del todo a Lúcian, pero no podía forzar las cosas con Amber. La dejaba vivir su vida tal como quisiera, pero desde que se había alejado de su familia se había dedicado a entrenarse cada día más incluso las motocicletas habían pasado a un segundo plano. Algo preocupante en la rubia.
Estaba un poco reacia subirse a una moto después de que una de ellas, le arrebató la humanidad y otra más influyó mucho en el accidente que le había ocurrido a su hermano. Llevaba sus duelos a su manera y se enfocaba en mejorar su físico por si debía defender su vida de nuevo.
Lúcian entró a la habitación cuando escuchó que las patadas habían terminado. Nunca entrenaban juntos en el gimnasio de la casa, pero siempre se veían unos breves minutos cuando Amber terminaba su rutina.
Lúcian entraba con un fabuloso batido de sangre reparador contenido en un termo y hoy no era la excepción. El vampiro llevaba unos shorts deportivos grises y una playera negra de cuello v mientras Amber vestía un ajustado conjunto deportivo.
―Parece que el saco de boxeo no resistió. -Dijo el chico notando que estaba casi destrozado y a punto de caerse.
Notó las fotos regadas y supo cual había sido el motivo
―La tengo vigilada todo el tiempo… Hasta ahora no ha hecho nada sospechoso.
―Una mujer tan linda jamás se fijaría en un don nadie. -Se refería a su hermano.―Estoy segura de que tiene otras intenciones. -Aclaró.
―Todas las chicas buscan la felicidad. No importa de donde venga el muchacho. -Habló Lúcian con aquella voz varonil que lo caracterizaba.
Amber empezó a beber su sangre y llegó hasta la sala de estar en donde en un pequeño cajón había guardado las llaves y guantes de la moto que Lúcian le había obsequiado. Era hora de tantear el terreno a su manera.
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Susurros de sangre y asfalto.
VampirosNo robaría a la mujer de su hermano. En primera porque amaba mucho a su hermano y en segunda porque una nueva vida se estaba gestando en esa mujer. Cualquier intento de Amber de acercarse solo sería para protegerla a ella. A la portadora del pequeño...