El Juego de las Sombras.

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Berlín era un lugar donde la historia y la intriga se entrelazaban en cada esquina. La ciudad, dividida entre vestigios del pasado y promesas de un futuro incierto, era el escenario perfecto para un juego peligroso. Caesar llegó a la ciudad bajo el nombre de Mikhail Petrov, una de sus muchas identidades falsas. Su mirada escudriñaba cada rostro en la estación de tren, buscando una señal que solo Zhenya podría darle.

Mientras tanto, Zhenya caminaba por una calle empedrada cerca de Alexanderplatz. La noche era joven, y la multitud que se movía en torno a él ofrecía la cobertura perfecta. Llevaba una chaqueta de cuero oscura que resaltaba sus pómulos afilados y su cabello castaño despeinado. Miraba de reojo a los reflejos en los escaparates, comprobando si alguien lo seguía. Aunque su corazón latía más rápido de lo normal, una parte de él se regocijaba en la anticipación del encuentro.

Finalmente, Caesar lo vio. Estaba parado bajo un farol, el humo de un cigarrillo ascendía en espirales perezosas hacia la luz. El destello en los ojos de Zhenya al reconocerlo lo hizo sentir algo inusual: nervios. Caesar avanzó sin prisas, su paso firme, el eco de sus botas resonando en la calle vacía.

—Te tomaste tu tiempo —murmuró Zhenya sin volverse, pero una sonrisa se dibujó en sus labios.

—Asegurarse de que este encuentro no sea nuestra última misión requería precaución —respondió Caesar, su voz baja y controlada.

El silencio que siguió fue pesado, cargado de palabras no dichas. Ambos sabían que cualquier movimiento imprudente podría significar el fin. Sin embargo, la distancia entre ellos se acortó, y cuando sus ojos se encontraron, fue como si el mundo a su alrededor se desvaneciera.

Era un intercambio tenso, Zhenya dio un paso más cerca, y la proximidad hizo que la tensión en los hombros de Caesar se suavizara ligeramente. Las miradas se intensificaron, y por un momento, la guerra, las misiones y las lealtades se desdibujaron. Había solo dos hombres que compartían un secreto tan oscuro como el deseo que ardía entre ellos.

—¿Sigues jugando a ser el héroe del imperio? —dijo Zhenya con un tono que mezclaba sarcasmo y admiración.

—¿Y tú sigues creyendo que puedes huir de esto? —respondió Caesar, y sin más preámbulos, tomó a Zhenya por la cintura y lo acercó a él.

Fue como una confrontación física, Lo que empezó como un empujón desafiante se transformó en un beso robado, un contacto que reflejaba tanto odio como pasión. Ambos sabían que el momento era peligroso, pero también sabían que no podían evitarlo. El pulso de Zhenya se aceleró mientras correspondía al beso, sus manos aferrándose a la camisa de Caesar.

Los minutos se disolvieron en la noche, y cuando finalmente se separaron, un brillo peligroso iluminaba los ojos de Zhenya.

—Pronto nos buscarán. —La voz de Zhenya era un susurro, la advertencia velada que ambos ya sabían.

—Déjalos venir —respondió Caesar, con la seguridad de un hombre que no teme al fuego.

Como un Destino Incierto, Sin embargo, antes de que pudieran hablar más, un silbido agudo cortó el aire. Un disparo resonó en la distancia y ambos reaccionaron al instante, refugiándose detrás de un contenedor de metal oxidado. Las sombras de los agentes enemigos se movían rápido, y el eco de las sirenas de la policía se mezclaba con la respiración entrecortada de ambos.

—Te dije que iba a ser un juego peligroso —dijo Zhenya, su sonrisa desafiante incluso en el peligro.

Caesar lo miró de reojo, sabiendo que, pase lo que pase, no dejaría que nada le pasara a Zhenya. No ahora. No después de lo que sentía cada vez que lo miraba.

La noche berlinesa se transformó en un campo de batalla mientras ambos escapaban por callejones oscuros, uniendo fuerzas por primera vez, no solo como espías, sino como algo más, algo que aún ninguno se atrevía a nombrar.

En La Sombra De La Obsesión. CAESAR X ZHENYA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora