De madre a madrastra

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Mateo

Después del operativo fallido a la casa de los Accardi y descubrí la foto de la madre de Anabela, la señora Enora, he quedado completamente confundido.

Regreso a mi país de origen, Grecia. Llego a la mansión de mi padre. Al llegar y salir del auto, mi padre me recibe con los brazos abiertos.

—Hola, hijo, que te trae de nuevo aquí —me saluda mi padre.

—Hola, padre, he venido de visita, y ¿dónde está mi madre Sahara? —Le respondo a mi padre.

—Está en el jardín —me dice mi padre.

—Bueno, iré a saludarla —le digo y comienzo a caminar rumbo al jardín. La veo a lo lejos sentada en una silla tomando té. Llego hasta ella y me siento a un lado de ella.

—Hola, hijo, porque no avisaste que vendrías —agregó.

—Creo que usted no se merece saber cuando vengo —le expreso en un tono fuerte.

—¿Qué pasa, Mateo, porque me hablas así? —Me mira completamente raro.

—Usted dígame, señora Sahara, o debería decir Enora —le declaró.

—¿Enora de donde sacaste ese nombre? —me preguntó.

—Ese es su verdadero nombre —saco mi teléfono y me enseño la foto donde está con Lauro Accardi. Ella abre los ojos sorprendida.

—¿De dónde sacaste esa foto? —indaga asustada.

—De donde más de su casa. Así que dígame toda la verdad —le exijo.

—Primero vamos a un lugar privado —me dice y se levanta de la silla. La sigo hasta llegar a una habitación; ella cierra la puerta y la veo en todo momento.

—No sé cómo encontraste esa foto, pero sí, mi verdadero nombre es Enora —acepta.

—¿Y por qué abandonó a sus hijos? —le preguntó y le enseñó una foto de Anabela. Ella toma mi teléfono y se queda viendo la foto.

—Mi Anabela, qué grande está ya —dice y le quitó mi teléfono.

—¿Contésteme qué pasó porque tiene otro nombre y está con mi padre? —continuó indagando.

—Mira, yo conocí a tu padre en una reunión donde estaban muchos mafiosos, fue una conexión inmediata, pero yo estaba casada con Lauro y estaba embarazada de Anabela. Tu padre y yo nos mirábamos a escondidas; nos amábamos, pero Lauro era un hombre inteligente; sospechaba que miraba a otro hombre, pero no sabía que era tu padre, así que cuando se me empezó a notar el embarazo, deje de ver a tu padre, pero él no sabía que yo estaba embarazada. Era la mejor forma para que nadie sospechara, ni tu padre de mi embarazo ni Lauro de tu padre —dice, pero la interrumpo.

—¿Entonces, cómo fue que, según para ellos, usted está muerta y está aquí?

—Cuando tuve Anabela volví a buscar a tu padre, lo cité en un lugar y me llevé lo más importante conmigo, pero lo malo es que no conté que en vez de llegar tu padre llegó Maximiliano Ferrara, y lo peor es que Lauro nos encontró juntos y se metió a la cabeza que él era mi amante —me dice.

—Entonces, por eso es que los Ferrara y los Accardi se odian —declaró, pensado en todo.

—Sí, Lauro se hizo ideas en la cabeza, pesando que él era mi amante, así que tu padre y yo ideamos un plan, así que cuando tuve la oportunidad abandoné a todos mis hijos, tomé el auto y salí. Me alejó de la ciudad; tu padre me esperaba a las afueras. El plan era morir para que Lauro nunca me buscara, así que tu padre consiguió el cuerpo de una mujer, le pusimos mi ropa y lo metimos al auto, hicimos que se viera como si fuera un accidente y le prendimos fuego. Hicimos que fuera un fuego enorme para que el cuerpo quedara calcinado y no me pudieran identificar, y cuando me declararon muerta me cambié el nombre. —Me termina de decir, me sorprende que abandonara a sus hijos.

Eres mi venganza y mi perdición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora