Pedido de paula568798_
Cada vez que Toni reía o daba una indicación a Arda, el corazón de Gavi se apretaba.
Había algo en la forma en que Toni era protector y afectuoso con su joven compañero que hacía que le doliera el pecho.
No podía evitar desear que ese cariño estuviera dirigido hacia él.
Pero Toni jamás le daba esa clase de atención.
Ridículo, pensó Gavi, apretando los dientes.
Sabía que no debía dejarse afectar por esto, no ahora, no en medio de un partido.
Sin embargo, la tristeza y la frustración se mezclaban en su interior, distrayéndolo más de lo que quería admitir.
Intentó sacudirse la sensación, tratando de concentrarse en el partido, pero no lo conseguía.
La jugada avanzó hacia él, y en un intento de despejar la pelota, acabó chocando violentamente contra con Rüdiger.
Fue un golpe seco, directo a la cabeza, que lo dejó inmóvil en el suelo.
Toni, que estaba a unos metros de distancia, se giró de inmediato cuando vio a Gavi caer, y una sensación helada se instaló en su pecho.
—Gavi...—Dijo, olvidándose del partido, del campo, de todo lo demás.
Corrió hacia él junto con el equipo médico, Gavi no reaccionaba, no respondía, y Toni sintió un vacío aterrador apoderarse de él.
Todos los intentos de ignorar sus sentimientos, de nunca aceptar esas sonrisas, esos ojos brillantes buscándolo siempre, de esos suspiros que fingía que no escuchaba... Todo se desmoronaba en ese instante.
Lo único que ahora estaba en su mente era esto, era Gavi, ahí en suelo, con un pequeño hilo de sangre, temblo.
Temblo por primera vez en mucho tiempo, ¿Y si...?
—Déjenme ir con él.—Insistió Toni cuando subieron a Gavi a la ambulancia.
Los médicos dudaron al principio, pero había algo en la desesperación en su voz que los hizo ceder.
Ya en la ambulancia, Toni no soltó la mano de Gavi ni un segundo.
Sentía que su corazón latía con fuerza, y su mente estaba llena de pensamientos, pensamientos que le quemaban el alma.
—Por favor… despierta.—Susurró, casi sin darse cuenta de que lo decía en voz alta.
—No puedes dejar a tus amigos... No puedes dejarme a mí, no así.
Las lágrimas se acumulaban en sus ojos, pero él seguía sosteniendo su mano, tratando de transmitirle algo, cualquier cosa que pudiera traerlo de vuelta.
Horas después, en el hospital, Toni estaba sentado junto a la cama de Gavi.No había querido salir de la habitación ni un segundo, ni siquiera cuando los médicos le sugirieron que descansara un poco.
No podía irse, no cuando Gavi seguía dormido, con el rostro pálido y sin ese brillo que siempre llevaba consigo.
—Si despiertas ahora, te prometo que… —Murmuró, acariciando suavemente la mano de Gavi.
—Te prometo que dejaré de negarlo, de fingir que no siento nada.
Había pasado tanto tiempo luchando contra sus propios sentimientos, convenciéndose de que no debía sentir algo así por él, que todo aquello ahora parecía tan estúpido, tan irrelevante.
Entonces... Entonces lo sintió, sintió un ligero movimiento en los dedos de Gavi.
Levantó la cabeza rápidamente, sus ojos encontrándose con los de Gavi, que parpadeaba, aturdido.
—Gavi… —Susurró Toni, sin poder contener las lágrimas.
—Estás… estás bien.
Gavi lo miró, primero confundido, y luego con una débil sonrisa, como si no pudiera creer que Toni estuviera allí, sosteniendo su mano y mirándolo con esa expresión de absoluta vulnerabilidad.
—¿Acaso morí?… —Su voz era suave, un poco ronca.
—Porque creo que estoy viendo a un sexy ángel... ¿Por qué estás llorando?
Toni soltó una leve risa, aliviado y emocionado al mismo tiempo.
—Porque soy un idiota.—Admitió, y acarició su mejilla.
—Pero ya no quiero serlo.