Rápidamente, volví a bajar a mi cuarto. No quería seguir tranquilizando a la gente.
Entre, agotado, cerre la puerta detrás de mí. Entonces lo vi, Mirándome, con esos ojos dorados, que iluminaban la habitación. Apoyado en una pared como sí no tuviera preocupaciones, como si hubiera estado ahí esperándome todo este tiempo. Aunque sabía muy bien que lo había visto todo.
Miré a Bill, esa sonrisa suya tan arrogante. Siempre estaba tan seguro de sí mismo, tan convencido de que me tenía acorralado, de que podía leer cada rincón de mi mente como si fuera un libro abierto. Su mirada burlona me taladraba, y sabía que, en el fondo, disfrutaba verme así: vulnerable, desgastado, casi roto. Pero esta vez no iba a dejar que él creyera que tenía todo el control.
-¿De verdad crees que lo sabes todo?- le solte, con la voz baja y cargada de algo más oscuro, algo que incluso a mí me sorprendía escuchar.
Vi cómo levantaba una ceja, su sonrisa burlona expandiéndose con satisfacción, como si mi desafío solo alimentara su superioridad. Se inclinó hacia mí, esa expresión de deleite en sus ojos dorados, saboreando cada palabra que decía.
-Oh, Pinetree...- Dijo suavemente, como si disfrutara de un juego en el que yo era la pieza principal
-Sé más de lo que tú crees. Sé lo suficiente de tus momentos oscuros, tus miedos y tus inseguridades. Y sé que nadie te entiende, ¿verdad? Ni siquiera esa hermanita que acabas de salvar. ¿O acaso crees que ella podría entender siquiera un poco de lo que llevas dentro?-
Sentí algo dentro de mí tensarse, como un resorte a punto de romperse, pero mantuve la calma. No tenía ni idea, No tenía idea de nada. Claro, podía saber algo sobre el acoso en la escuela, sobre la soledad… pero lo que de verdad había detrás, eso nunca lo iba a saber. Ni él, ni Mabel, ni nadie. Había sacrificio mucho para proteger esos recuerdos, para encerrarlos en un lugar tan profundo que ni el demonio más poderoso pudiera alcanzarlos.
Sonreí, una sonrisa amarga, y me di cuenta de que no iba a permitir que él pensara que lo sabía todo. Él no era ni la mitad de los monstruos que yo me había enfrentado, ellos siquiera necesitaban ser demonios.
-¿Tú crees que eres el único que ha causado dolor en mi vida, Bill?- le dije, mirando directamente a sus ojos dorados, sin el menor rastro de miedo.
-Piensas que sabes lo que es el aislamiento, la soledad… Pero nunca entenderías lo que realmente significa estar solo. Ni siquiera has estado cerca de ese tipo de oscuridad.-
Algo en sus ojos cambió, un destello de curiosidad mezclado con una pizca de frustración. Sé que intentaba leerme, intentando encontrar esa oscuridad que yo había sellado, pero sabía que no había nada ahí para él, me aseguré de eso hace mucho tiempo.
-Sabes, Bill- continúe con una calma que incluso a mí me sorprendió.
-Tu problema es que crees que el dolor es algo que tú puedes controlar, manipular a tu antojo. Crees que soy una de tus piezas de juego, pero hay cosas que ni tú vas a poder ver.-Él me miró, y por un segundo, su sonrisa flaqueó, apenas un parpadeo de frustración en sus ojos. Apreté los puños, pero mantuve mi expresión firme. Porque, por primera vez, sentí que tenía algo que él nunca iba a poder quitarme, algo tan oculto, tan encerrado, que ni el demonio más poderoso podría entender.
Me incliné un poco hacia él, y con una voz apenas audible, le dije:
-Hay partes de mí que ni tú vas a tocar. Cosas que viví que nunca vas a entender, ni aunque pases mil años en este mundo. Y, créeme, por mucho que creas que me conoces, eso es algo que siempre te va a frustrar.-
Bill parpadeó, su sonrisa desvaneciéndose un poco. Por primera vez, vi en sus ojos algo que no supe interpretar, pero que sentí como una pequeña victoria. Porque, por mucho que lo intentara, él nunca iba a saberlo todo sobre mí.
El rostro de Bill se endureció, esa chispa de frustración creció, pero no perdió del todo su compostura. Sabía que mis palabras habían tocado una fibra sensible, y eso me dio un extraño sentido de poder que, al mismo tiempo, me asustaba. Había enfrentado a muchas personas y monstruos, pero jamás me había atrevido a desafiar así a alguien como él. Y, sin embargo, por primera vez, lo sentí vulnerable… o al menos, menos seguro de sí mismo.
Bill me estudió, sus ojos dorados recorriendo mi rostro en busca de alguna grieta. Pero sabía que no iba a encontrar nada, y el hecho de que no pudiera leer a lo que me refería en aquel momento lo enfurecía, aunque lo ocultara tras su acostumbrada sonrisa despectiva.
-¿Sabes, Pinetree?- su voz era apenas un susurro, cargado de veneno
-Juegas a ser valiente, pero esa coraza que llevas no te durará para siempre. ¿Crees que esos secretos tuyos están seguros? Los muros siempre caen… y yo tengo toda la eternidad para esperar a que el tuyo también se derrumbe.-
Sentí un nudo en el estómago, pero no dejé que lo notara. En mi interior, algo me decía que mi pacto, aquel que había sellado mis recuerdos más oscuros, era mi única defensa contra él. Sabía que Bill podía tener razón, que quizás, con el tiempo, mi coraza se desgastaría. Pero él no entendía lo que eso significaba para mí: aquellos recuerdos, por dolorosos que fueran, me pertenecían. Eran las cicatrices que yo había decidido proteger, y no pensaba dejar que se convirtieran en un juguete para él.
-Buena suerte con eso- le respondí, esforzándome por sonar firme
- No tienes idea de lo que he pasado para sellar esos recuerdos. Y no dejaré que un demonio como tú los toque.-
Hubo un largo silencio en el que ambos nos miramos, midiendo nuestras fuerzas en silencio. Él tenía poder, mucho más que yo, y sin embargo… por algún motivo, sentía que le molestaba que no pudiera leerme por completo. Quizás, al final, necesitaba sentir que me controlaba, que mi sufrimiento era suyo de alguna manera, y al no tener acceso a esos secretos, esa ilusión se rompía un poco.
Entonces, de la nada, su sonrisa regresó. Su expresión cambió, y la burla volvió a reflejarse en sus ojos dorados, aunque ahora tenía un aire más contenido, como si decidiera jugar de otro modo.
-Muy bien, Pinetree.- Se encogió de hombros y, de un segundo a otro, volvió a la postura despreocupada que solía adoptar
- Si quieres jugar a ser misterioso, adelante. Me da igual lo que tengas en ese pequeño rincón oscuro de tu mente. De todos modos, la eternidad es larga, y tarde o temprano…-me lanzó una mirada calculadora
-Los secretos salen a la luz. Solo espero que, cuando llegue ese momento, estés preparado para enfrentar lo que esconden.-
Sentí un escalofrío. Sabía que él iba a intentar descubrirlo, de una forma u otra. Pero mientras tanto, yo seguiría adelante. Y quizás, después de todo, mi vida y mis secretos fueran algo que ni siquiera el demonio más poderoso podría romper tan fácilmente.
-No importa lo que intentes, Bill. No me vas a doblegar- le dije, con una convicción que sentía en lo más profundo de mi ser.
-¿Doblegarte?- dijo él, fingiendo sorpresa.
-Oh, Pinetree, no tengo que hacer nada. Esa carga ya la llevas tú, y no necesito ayudarla a crecer, Nos veremos pronto.- Dijo volviendo a su tono despreocupado y burlón
-Si necesitas algo solo llámame- Dijo, mientras se Hiba entre risas.
Y con eso, en un parpadeo, desapareció. El aire se alivianó y me sentí solo en la habitación, el silencio apretándome el pecho, como si un peso invisible me aplastara. Sabía que aquello no había terminado, sabía que, en algún momento, él volvería y encontraría la forma de hacerme revivir esos recuerdos.
Aún así, mientras me quedaba en mi habitación, en el silencio y la soledad, me prometí a mí mismo que, pase lo que pase, esos secretos seguirían siendo míos. Los había protegido durante años, y nadie, ni siquiera él, iba a arrebatarme eso.
HOLAAAA
Espero que les esté gustando, si tienen alguna idea pueden dejarme la en los comentarios. Bayyyy 🤍
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Una OBSESIÓN (Billdipp)
Storie d'amoreDipper después de haber sufrido abusos de su padre y de sus compañeros sexualmente, físicamente y mentalmente, acompañado de la muerte de su madre, decide volver a Gravity Falls buscando empezar de cero con su hermana Mabel sin saber que su vida cam...