Capítulo 67 | No quiero recordar

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El pequeño observó a Oliver desde la distancia, está sentado en el borde de la alberca, con sus pies dentro de esta. Ángel se acercó a la cocina, buscó dos latas de refresco y se acercó a su amigo. Le ofreció una y este la tomó con una sonrisa.

—Has estado aquí desde hace un buen rato, ¿Te pasa algo?

—Mi hermano me odia.

—No creo que te odie, Oli. ¿Puedo saber qué sucedió entre ambos? —El menor se quedó en silencio con la mirada gacha y teniendo un gran conflicto dentro de él —¿Es algo muy malo?

—No puedo hablar de eso todavía, lo siento, mejor amigo.

—Oye, está bien, no pasa nada.

—Él tiene razón, soy débil —Y cuando el pequeño escuchó su sollozo, supo que la cosa era un poco grave —. Siempre lo fui y lo sigo siendo a pesar de todo eso. Soy tan débil que si no hubieras aparecido tú, tal vez ya estaría muerto. ¿Lo entiendes? Ni siquiera sé por qué lo intento, tal vez debí dejar que me mataran en la prisión.

—Oli, no digas eso. No eres débil, que no hagas las cosas como los demás las haría no significa que lo seas. Eres fuerte, antes de que yo apareciera lograste sobrevivir por tres años tú solo. Pasaste situaciones difíciles en ese lugar.

—¿Eso qué importa? De todos modos Clay está enojado conmigo. Daniel's fue a buscar a Adriel y a Tobi en su casa, ¿Verdad? —El pequeño asintió —Quiero que me lleve, necesito hablar con él.

—¿Y crees que él acepte hablar contigo?

—Supongo que no, pero al menos debo intentarlo, ¿No? ¿Puedes decirle que me lleve, por favor?

—Claro.

No sabía si era una buena idea, pero la verdad es que necesitaba aclarar el problema. ¿Qué puede que lo rechace? Bueno, es una posibilidad que ve de cerca y que intenta no pensar en ella. De camino a la casa de su hermano estaba más que nervioso, primero porque sabe bien que Clay no lo quiere ni ver.

Daniel's lo observó por el retrovisor y sonrió un poco. Aunque al ver bien su rostro lleno de preocupación, no quiso decir ni una sola palabra.

Clay estaba dentro del closet, sujetando una de las camisas que eran de Charlie mientras que de sus ojos resbalan lágrimas. No quería que pensara que está intentando olvidarlo porque no es así. Su corazón duele, se siente como si le hubieran dado un golpe fuerte y le hubiesen sacado todas las entrañas. ¿Ser feliz? ¿Cómo podría serlo? ¿Cómo putas puede rehacer de nuevo su vida? Observó aquel anillo y recordó cuando se lo dio, cuando aquella sonrisa iluminó cada rincón de su alma.

Sabe bien lo que le está pasando y no quiere equivocarse. Le encantaría poder ser egoísta y hacer lo que tanto desea, pero no puede. Su nombre y sus recuerdos lo acompañan a cada momento y eso no lo deja siquiera respirar con tranquilidad. Le prometió no volver a estar con nadie y ahora esa promesa pesa y se siente como dagas clavándose en su espalda una y otra vez.

—¡Señor! —Clay escuchó a Zack, dejó la camisa a un lado y se puso de pie para salir del closet.

—¿Qué sucede?

—Tiene visitas. Su hermano está aquí.

—Oh, genial. ¿Gabriel o Dalton? —Preguntó con una pequeña sonrisa.

—Eiber —Aquella sonrisa desapareció.

—Dile que se vaya, no lo quiero aquí.

—Señor, por favor, debería verlo. Se ve que necesita hablar con usted.

—Dile que se vaya.

—Señor, al menos dele una oportunidad —Clay desvió la mirada y se sentó en la cama. Stitch se tiró sobre él y lo acarició un poco —. Es su familia.

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