Capitulo XXXIV

647 94 20
                                    

El día de la reunión que Agnese había solicitado había llegado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El día de la reunión que Agnese había solicitado había llegado. Minho se encontraba solo en la sala de reuniones, sus pensamientos agitados ante la inminente llegada de una figura que había sido tan influyente en su pasado. ¿Por qué aparecía Agnese después de tanto tiempo? Sabía que la organización entera se preguntaba lo mismo. El regreso de la antigua líder Italiana traía consigo dudas, suspicacias y un tipo de respeto que solo alguien como ella podía inspirar.

La puerta se abrió y sus pensamientos se desvanecieron cuando vio entrar a una mujer alta, de piel tan blanca como la nieve. Su cabello albino, corto y elegante, enmarcaba un rostro imponente. Agnese seguía siendo tan hermosa y fuerte como él la recordaba de niño. Aquella presencia dominante, el porte innato que emanaba. Comprendía por qué su madre y ella se parecían tanto. Ambas poseían ese mismo poder enigmático capaz de capturar la atención de cualquiera.

Agnese recorrió a Minho con la mirada, analizándolo de arriba abajo. Por un momento creyó ver en sus ojos un destello de melancolía, una emoción fugaz que desapareció en cuanto su expresión retomó su habitual firmeza.

— Eres idéntico a tu madre — dijo Agnese al fin, su voz cargada de un sentimiento que resonó en el alma de Minho — Tan hermoso como ella.

Las palabras de Agnese calaron profundo en él, despertando memorias y emociones dormidas. Que aquella mujer, alguien que había sido tan cercana a su madre le dijera eso… sentía un nudo en el pecho que apenas podía ocultar.

— No te quedes ahí, ven — continuó ella abriendo los brazos en un gesto sincero — Ya no eres aquel pequeño que seguía a su madre siempre. Has crecido bien, como ella hubiera querido.

Por un instante Minho dudó, pero finalmente se acercó, rodeando a Agnese con sus brazos. El abrazo fue cálido y lleno de nostalgia, como si fuera un encuentro de dos almas que extrañaban a la misma persona.

Al separarse Minho notó la mirada cristalina de Agnese y comprendió que para ella, aquel abrazo también había sido significativo.

— Perdona por no visitarte en años — dijo ella, su voz quebrada por una sonrisa triste que apenas ocultaba el arrepentimiento en su expresión.

— No te preocupes — respondió Minho y ambos se sentaron, dejando que el silencio cargado de emociones hablara por ellos.

Empezaron a charlar, sus palabras mezcladas con risas y recuerdos. Minho se permitía imaginar por primera vez en mucho tiempo, que si su madre estuviera viva, probablemente sería una mujer como Agnese, con la misma fortaleza y presencia.

Después de un rato Agnese lo miró con seriedad.

— Cuando tu padre murió pensé en acercarme a ti… — sus ojos adquirieron un matiz introspectivo — Pero hacía tanto que no te veía. Creí… pensé que tal vez, te habías convertido en una versión de él, o peor.

Minho sintió un leve golpe en el pecho, pero comprendía ese temor. A menudo las personas lo veían como una amenaza, una sombra de su padre.

— Cuando Fazio me contó que tenías un omega… que estaba esperando hijos tuyos, debo admitir que temí por él — admitió Agnese y Minho percibió en su voz una mezcla de preocupación y alivio — No sabía en qué tipo de Enigma te habías convertido, pero al enterarme de que mataste a la viuda de tu padre por el, supe que no eras como él.

𝐂𝐚𝐝𝐞𝐧𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐋𝐮𝐧𝐚 ~ 𝐌𝐢𝐧𝐬𝐮𝐧𝐠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora