|01|𝐃𝐞𝐬𝐚𝐬𝐭𝐫𝐞.

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La aura pesada de Otoya lo acompaña mientras camina por los pasillos de su universidad

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La aura pesada de Otoya lo acompaña mientras camina por los pasillos de su universidad. Es raro ver al albino de malas, así que su cara de pocos amigos deja sorprendidos a muchos.

La noche anterior había sido un completo desastre. Por fin, luego de tener que comprar dulces caros, aquella chica había ido a su casa, pero al momento de hablar resulta que su "fiel amiguito" le falla. Pero lo peor es que luego intentó de mil formas hacer que este se pare, pero nada, absolutamente nada le sirvió, y eso lo llevó incluso a un estado de desesperación. No sabía por qué pasó, pero sí que debía encontrar una solución.

Cuando por fin llega al salón, entra y arroja su mochila en su asiento, todo ante la mirada curiosa de sus compañeros de facultad. El de mechón verde se sienta y mira fijamente a la gran pantalla que está justo en frente del salón. Puede ver su reflejo allí; su ceño está fruncido y la sonrisa por la que muchos lo halagan no está.

—¿Y esa cara de cvlo?.—Una voz conocida llama su atención.

Eita ve de quién se trataba gracias al reflejo. No es más que su mejor amigo. ¿En qué momento había llegado? Tal vez no se fijó por estar maldiciendo internamente su situación. El albino voltea su rostro y mira con indignación fingida al azabache, quien posa su brazo izquierdo sobre su mesa y se recarga en él.

—¿Qué te sucede? ¿Acaso no cogiste anoche?.—su tono de voz es burlón y divertido.

—¿Qué comes que adivinas?.—dice mientras se recuesta sobre el espaldar de su silla y pone los pies sobre su escritorio. Karasu levanta las cejas, sorprendido, y sonríe.

Nunca esperó alegrarse tanto esa mañana.

—Cuéntamelo todo... ¿Acaso no le gustó el tamaño?.—ladea la cabeza y pregunta.Otoya hace un pequeño puchero de leve molestia.

—Ey, bebé, tú sabes que es grande; nadie podría quejarse de ello.—habla con cierto orgullo.Tabito ríe.

—Entonces, ¿qué pasó?.—e inmediatamente el menor gira su mirada.

¿Estaría bien contárselo a su amigo? Sabe que Karasu siempre aprovecha para hacerle chistes y cree que si cuenta su problema le estaría dando material suficiente para molestarlo toda una semana, pero de igual manera sabe que incluso podría ayudarle. Después de todo, el pelinegro estudia medicina.

—No se me paró —murmura inaudible.

—¿Qué? Habla más alto —pide. El otro chasquea la lengua.

—Que no se paró —vuelve a musitar. De nuevo, el otro no logra escucharlo.

Le da vergüenza decir su problema en voz alta; incluso siente que eso sería una traición a su orgullo masculino, pero desea encontrar soluciones, así que comienza a reunir la suficiente valentía para poder hablar.

Otoya toma aire y decide hablar alto, no tanto porque no quiere que terceros se enteren. Sin embargo, cuando las palabras iban a abandonar su boca, su profesor entró al salón y anunció que la clase estaba por comenzar.

Nuevas sensaciones ||Karasu x Otoya||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora