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Un día antes del baile

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Un día antes del baile

- ¿Red? - la llamo , que está concentrado en las maniobras que hace con sus cartas.

- ¿um? - ella no insiste en mirarme.

Cierro la puerta del dormitorio y me acerco. Me siento a su lado y mirando, esperando que suelte la baraja y me preste atención.

- ¿Puedes oírme? - cuestiono, frustrada por la falta de atención de su parte.

¡Red es extremadamente bipolar cuando se trata de mí, Dios mío!

- Estoy escuchando, mis oídos están muy bien - ella sonríe, sin apartar los ojos de las cartas.

- No me gusta hablar cuando no me están mirando, ¡mírame! - Red bufa y suelta la baraja, sentándose.

- puedes hablar ahora, princesa estresada - me mira con aburrimiento, ya sabiendo lo que voy a decir.

- el libro, tienes que cogerlo hoy - digo, moviendo mis dedos nerviosos. - Quiero volver - hablo esta parte baja y ella me mira atentamente.

Sus ojos llevan un brillo que no puedo descifrar qué es.

- Volveremos pronto, tranquila, Chloe - ella pone su mano helada sobre la mía, dándome un shock.

- Cuando volvamos, ¿seguirás tratándome como cualquier cosa? - pregunto, tragando seco.

Red me mira durante unos segundos y luego se desvía, mostrándome la verdad.

Bueno, ya me lo esperaba.

- Ok, tenemos que irnos - digo, levantándome de su cama.

- Puedo intentarlo - dice ella, trayendo mi atención de nuevo a ella.

Sonrío mínimamente y abro la puerta del dormitorio, esperando que se levante, quiero terminar con todo esto lo antes posible.

Red se levanta de su cama y yo salgo de la habitación. Tengo que ir a Bridget para averiguar realmente de quién le interesa, para que todo salga bien.

- ¿A dónde vas? - pregunta Red, acercándose a mí con pasos ágiles.

- Bridget - solo digo eso y sigo hasta el cuarto de la ronda, siendo seguida por Red que se queda callada.

Red dio su brazo a torcer, finalmente se cansó de molestarme y pelear por todo. En estos dos días en los que pensamos en lo que íbamos a hacer, pasamos mucho tiempo juntos y pude conocer su lado más divertido y amoroso.

Y solo recordar los momentos en los que me hizo avergonzarme con sus encantadoras palabras, o sus provocaciones que me dejan sin aliento.

Y en todo esto, siento el frío en el estómago bien conocido por todos, y eso me da pánico. En pánico por saber que me enamoré de esta imbécil a la que juré odiar hasta el final.

ENTRE CARTAS - CHLOEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora