8| Me Enamoré

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El día comenzaba temprano en el Ministerio de Magia, y Hermione se abría paso entre los pasillos abarrotados después de unas merecidas vacaciones, sintiendo las miradas curiosas de algunos colegas que susurraban a su paso. No había dormido bien desde aquella cita con Draco; la mezcla de emociones la mantenía en un estado de vigilia constante al estar recordando todo lo él le hizo sentir por primera vez.

Con un suspiro, ajustó su túnica y se dirigió a su oficina en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas. Al entrar, encontró a sus colegas, Susan Bones y Daphne Greengrass, inmersas en un animado chismorreo. Ambas se detuvieron al verla entrar, y las sonrisas cómplices se extendieron en sus rostros.

—¡Hermione! —exclamó Susan, levantándose de su silla para saludarla—. ¡Ya era hora de que volvieras! Cuéntanos, ¿cómo te fue en tus vacaciones? ¿Alguna novedad interesante?

Hermione dejó caer su bolso en el escritorio y forzó una sonrisa, notando el brillo curioso en los ojos de sus amigas. Susan y Daphne no eran conocidas por contener la lengua, y eso la puso en alerta.

—No pasó nada especial —respondió Hermione, con un tono neutral. Evitó mirar directamente a Daphne, cuya expresión de intriga no presagiaba nada bueno.

Daphne arqueó una ceja y entrelazó los dedos, apoyándolos bajo su barbilla. —Oh, ¿nada especial? Pues, me temo que Corazón de Bruja no opina lo mismo, querida.

Hermione frunció el ceño, su estómago se revolvió ante la mención de la famosa revista de chismes. Susan le tendió una copia que parecía haber estado pasando de mano en mano por toda la oficina. En la portada, bajo un titular que gritaba "¡Nuevos Amores y Viejas Rivalidades!", aparecía una foto de ella y Draco sentados en la banqueta del parque, su mano en la de él, mirándose con una expresión que hablaba de algo más que amistad.

—¿Quién tomó esta foto? —preguntó Hermione, más para sí misma que para sus compañeras, sintiendo un calor subir por sus mejillas.

Daphne soltó una risita y sacudió la cabeza, divertida. —No lo sé, pero te aseguro que ahora todo el mundo en el Ministerio se muere por saber más detalles. Y no solo en el Ministerio; me he encontrado con colegas de otras secciones hablando de ello.

Susan se acercó, sus ojos dulces y preocupados. —Hermione, no te pongas así. Sabemos que Corazón de Bruja exagera las cosas, pero... ¿de verdad es cierto? ¿Tú y Malfoy...?

Hermione apretó los labios, considerando sus palabras. Podría negarlo y crear más intriga o aceptar la verdad y enfrentar las consecuencias. Decidió que, si iba a dar una explicación, sería honesta.

—Sí, Draco y yo salimos. Fue algo reciente y aún no sé en qué dirección va todo esto, pero... —Tomó aire, tratando de calmar la tormenta de nervios que tenía en el pecho—. No es solo un rumor.

Daphne dejó escapar un leve silbido y se apoyó en el borde del escritorio, sus ojos verdes centelleando de emoción. —Vaya, Granger. No pensé que tú y Malfoy tuvieran tanta historia oculta. Debo admitir que es fascinante. El ex-hereje de la sangre pura y la campeona de la igualdad... Esto dará mucho que hablar.

Susan le sonrió con calidez y le puso una mano en el brazo. —No dejes que esto te afecte demasiado. Si estás feliz, eso es lo que importa. Y nosotras estaremos aquí para apoyarte, sin importar lo que diga Corazón de Bruja.

Hermione relajó un poco la tensión en sus hombros y sonrió levemente. La incertidumbre seguía ahí, pero el apoyo de sus amigas le dio la confianza que necesitaba para enfrentarse al día.

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En el Hospital San Mungo para Enfermedades y Heridas Mágicas, Draco Malfoy caminaba por los pasillos luminosos con pasos rápidos y firmes. Desde que había comenzado a trabajar como sanador especializado en maldiciones antiguas, su vida había tomado un giro interesante, y las jornadas en el hospital rara vez le permitían un momento de respiro. Sin embargo, ese día había una visita que prometía más desafíos personales que profesionales.

Divorciada ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora