viaje al límite

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El vuelo fue solo el inicio de un viaje que prometía ser interminable. Los pequeños intercambios de sarcasmo y miradas de odio entre Max y Checo no hacían más que alimentar la tensión entre ellos. Una vez en la playa, el ambiente idílico del resort contrastaba de forma casi absurda con la hostilidad que ambos sentían. Ninguno estaba dispuesto a ceder terreno, y la aparente calma solo era la antesala de una tormenta que ambos sabían inevitable.

La suite que les asignaron era lujosa, decorada para una pareja en su "luna de miel". La terraza con vistas al mar, los pétalos de rosa y el champagne eran una burla a lo que realmente estaba pasando. Max lanzó un suspiro exasperado, observando los detalles en el cuarto.

—Ridículo, ¿no crees? —comentó, con una sonrisa amarga en los labios mientras miraba a Checo, que estaba de espaldas mirando el mar desde la terraza.

Checo apenas giró la cabeza, rodando los ojos.

—Por lo menos algo aquí se ve bien, porque tú claramente no —replicó en tono ácido.

Max cerró los puños, conteniendo el impulso de devolverle el golpe verbal. Sabía que lo mejor sería ignorarlo, pero ya estaba demasiado harto para seguir manteniendo la calma.

—¿Sabes qué, Checo? Si te molesta tanto estar aquí, podrías ahorrarnos a todos el espectáculo y largarte de una vez. Tal vez tu presencia no sea tan indispensable como crees.

Checo se dio la vuelta, apoyándose en la barandilla de la terraza, y lo miró con frialdad.

—Lamentablemente, Max, a mi familia le importa más que parezca que estamos juntos que mi incomodidad. Así que mejor acostúmbrate a tenerme aquí, porque pienso hacer exactamente lo que me dé la gana.

Max dejó escapar una carcajada seca, su mirada reflejando un desprecio que no podía disimular.

—Claro, porque hacer lo que quieres es lo único en lo que eres bueno, ¿verdad? Eres un niño mimado y arrogante, Checo. Siempre te escondes detrás de esa actitud altanera para no mostrar lo vacío que eres.

Las palabras de Max parecieron golpear a Checo. La expresión de burla desapareció de su rostro, reemplazada por una mezcla de rabia y dolor. Dio un paso hacia Max, su voz fría y cargada de resentimiento.

—¿Y tú qué sabes de mí? No tienes idea de lo que significa esto para mí, de lo que he tenido que soportar solo para que esta maldita farsa siga adelante. Si alguien es arrogante y vacío aquí, eres tú, Max. Te crees superior a todos, pero no eres más que una fachada. No engañas a nadie.

Max sintió un nudo de rabia en el estómago. Dio un paso adelante, sin apartar la mirada de Checo.

—Prefiero ser lo que tú llamas una "fachada" antes que convertirme en alguien tan mezquino como tú. Todo en ti es apariencia, Checo. Eres solo una sombra de lo que intentas ser, y lo sabes. Por eso estás tan molesto conmigo, ¿verdad? Porque yo te hago ver lo miserable que eres en realidad.

Checo lo miró, sus ojos ardiendo de odio, y en un arranque de ira, empujó a Max, obligándolo a retroceder unos pasos. Max lo miró con una mezcla de sorpresa y rabia antes de responderle, devolviéndole el empujón con la misma fuerza.

—¿Así que quieres pelear, eh? —dijo Max entre dientes—. Bien, hazlo, porque lo único que tienes son palabras y gestos vacíos.

Checo lo empujó de nuevo, acercándose hasta quedar cara a cara, su voz apenas un susurro venenoso.

—Eres patético, Max. ¿Crees que estoy aquí por gusto? ¿Que disfruto estar atrapado contigo? Ojalá pudiera largarme y no volver a verte nunca más. Pero, como siempre, tienes que hacerte la víctima, actuar como si esto fuera solo un sacrificio para ti.

Max apretó los dientes, incapaz de contener la furia.

—Claro, soy yo quien se hace la víctima. Porque fingir que esto te afecta tanto es solo tu manera de llamar la atención, ¿verdad? No puedes soportar que alguien te desprecie, que alguien no te adore. Y esa es la verdad, Checo, por eso estás aquí fingiendo ser algo que no eres.

Checo lo miró con una mezcla de odio y desafío, su voz apenas un susurro cargado de veneno.

—Ojalá pudiera olvidarme de que existes, Max. Eres lo peor que me ha pasado. Afortunadamente, esto no será eterno. El día en que pueda alejarme de ti será el día en que vuelva a respirar.

Por un segundo, Max sintió una punzada de dolor ante esas palabras, pero su orgullo herido fue más fuerte.

—Entonces haznos a ambos un favor, Checo —respondió con una frialdad que no sabía que tenía—. Guárdate tu resentimiento y déjame en paz. Si tanto me odias, no entiendo por qué sigues aquí, fingiendo que esto tiene algún valor para ti.

Ambos se miraron en silencio, el odio y la rabia creando un abismo infranqueable entre ellos. Sabían que nada de lo que habían dicho sería fácil de olvidar, y aunque las palabras parecían haber agotado el aire en la habitación, ambos comprendieron en ese instante que aquello apenas era el inicio. Habían llegado a un punto sin retorno, y mientras el sol comenzaba a ocultarse tras el mar, los dos sabían que la verdadera batalla apenas había comenzado.

matrimonio por conveniencia (chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora