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Hasta personas inolvidables, y para eso no hay cura.
——Charles Bukowski.
Eso fue inesperado en pocas palabras. Cosa que no te dejó dormir toda la noche y madrugada. Sin duda, se había apagado bastante a ti.
Papá.
Era una enorme responsabilidad. ¿Michael estaba confundido?, te habías ganado su cariño y confianza de un día para otro. Pero solo es un niño que nunca había experimentado lo que es el amor paternal y maternal.
Solo era un humano más. Un niño más en todo el mundo. Un alma llena de inocencia. Un niño que también tiene sueños.
•••
6:07 am. A través de la ventana se podía obervar el como estaba completamente nublado. Y los rayos del Sol, era muy probable de que no apareciera en todo el día.
— Cielos tengo que ir a trabajar. Pero Michael está muy cómodo. —a tu lado derecho el pequeño rubio está hecho bolita, o mejor dicho en posición fetal junto a ti.
Al parecer no había cambiado de posición en toda la noche y madrugada. El cuerpo del rubio al fin pudo experimentar lo que es dormir en una cómoda cama, sentir lo que es irse a dormir sin que su padre lo golpeé hasta desmayarse.
Sin ser brusco y ruidoso, te levantaste lentamente. Sueltas un suspiro al ver que no se movió para nada. Lo miras dulcemente. La inflamación debido al golpe que estaba en su ojo ya había disminuido, ahora solo era el color morado.
Día 1 conviviendo con el pequeño.
— Bien debo de evitar que regrese con su padre. Dos, debo de esconderlo para que papá y mamá no se den cuenta de él. Tres, tendría que llevarlo al trabajo y a la Universidad para distraerlo. —enumerarastes cada problema que tenías ahora. Sonaba a una tarea realmente difícil y complicada.
— ¿Más negativo no puedo ser? —murmuras estirando tu cuerpo. Por suerte habías dejado dejado tu celular cargando, tenías carga para todo el día.
Kaiser tenía el sueño ligero, y podía levantarse con el más mínimo ruido o movimiento. Era comprensible ya que su padre lo golpeaba sin previo aviso, era su modo de defensa reaccionar rápido.
Por lo cual el rubio estaba despierto también mirándote atentamente al igual que hacías lo mismo.
— ¿Uh, te desperté pequeño? —te sientas en el borde de la cama y acaricias sus cabellos con cariño.
— Sí... —murmura suavemente. Su cuerpo se sentía en total paz. Había dormido tan cálido y protegido. Te lo agradecía mucho en su interior. Sonríes al verlo tan somnoliento.
— ¿(N) estás despierto? —la voz de tu otro hermano llega a tus oídos. Arqueaste una ceja confundido. Era extraño que el de lentes llegará a buscarte tan de mañana.
