entre el deber y el dolor

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La situación entre Checo y Max había llegado a un punto insostenible. Las marcas en su cuello y en su corazón no eran invisibles para quienes lo rodeaban. Amigos y colegas notaban el cansancio en su mirada, el peso que parecía cargar día a día, y el vacío en su sonrisa. La confusión y el dolor se habían vuelto parte de su rutina, y cada vez le costaba más fingir que todo estaba bien.

Una tarde, incapaz de soportar más esa carga solo, Checo decidió acudir a alguien en quien aún confiaba: su padre. A pesar de saber que su relación con Max era en parte un acuerdo entre familias, sentía que necesitaba abrirse, mostrarle a alguien lo que realmente estaba sucediendo.

Cuando llegó a la oficina de su padre, Checo intentó mantener la calma, pero al mostrarle las marcas en su cuello, la fachada de fuerza que había mantenido comenzó a desmoronarse. Su padre lo miró, sorprendido y visiblemente preocupado, pero al mismo tiempo parecía debatirse entre dos emociones contradictorias: el cuidado hacia su hijo y el deseo de mantener intacto el éxito empresarial que esta unión le había traído.

—Checo, esto… —empezó a decir, intentando procesar lo que veía. Respiró hondo, tratando de mantener la compostura—. No sabía que la situación había llegado a este punto. ¿Por qué no me lo dijiste antes?

Checo miró al suelo, sintiéndose vulnerable, tratando de encontrar las palabras adecuadas para explicar el dolor y la confusión que llevaba por dentro.

—No quería preocupar a nadie, papá. Además… todo esto es parte del acuerdo, ¿verdad? Yo… intenté manejarlo, traté de mantener las cosas funcionando, de recordar que esto era solo un negocio, pero ya no puedo seguir así —respondió, la voz quebrada, con un nudo en la garganta—. Max no me ve como una persona, papá. Solo soy… alguien a quien puede controlar.

Su padre lo miró en silencio, con una mezcla de pena y frustración. Era evidente que no quería ver a su hijo sufrir, pero la alianza con la familia de Max había traído grandes beneficios a sus empresas. Sabía que permitir una separación pondría en riesgo todo el esfuerzo y los logros que habían alcanzado juntos. Aun así, el dolor de su hijo era palpable y eso lo afectaba profundamente.

—Checo, sé que esto es difícil, y lamento que te hayas sentido atrapado en esta situación —dijo, con una mano en el hombro de su hijo, tratando de brindarle apoyo—. Pero… ¿estás seguro de que no hay manera de solucionar esto? Tal vez Max puede cambiar… podrían intentarlo de nuevo. Hay mucho en juego aquí, no solo para nosotros, sino para el futuro de ambas familias.

Checo sintió que su corazón se hundía al escuchar esas palabras. Sabía que su padre lo amaba, pero también entendía que su familia valoraba el éxito empresarial, a veces por encima de sus propias emociones. Sin embargo, después de todo lo que había soportado, no podía evitar sentirse decepcionado por la respuesta que había recibido.

—¿Entonces… debo seguir soportando esto solo porque es bueno para el negocio? —preguntó, sin poder ocultar la amargura en su voz.

Su padre suspiró, incapaz de mirarlo a los ojos por un momento. Sabía que lo que estaba pidiendo era egoísta, pero también entendía las presiones que existían. Aún así, no quería obligar a su hijo a permanecer en una relación que lo lastimaba.

—No, hijo. No quiero que sufras… —dijo finalmente, con un tono de arrepentimiento—. Pero te pediría que consideres todas las opciones. Tal vez haya una forma de manejar a Max, de llegar a un acuerdo con él. O, si decides que no puedes continuar, buscaremos la manera de protegerte y de enfrentar las consecuencias juntos.

Checo sintió un pequeño alivio al escuchar esas palabras. Aunque no eran las respuestas que esperaba, al menos sabía que no estaba completamente solo. Pero también comprendía que, en última instancia, la decisión recaía en él. Sabía que, si decidía romper con Max, tendría que enfrentar la tormenta que eso desataría, y las repercusiones tanto en su vida personal como en los negocios.

Agradeció a su padre por escucharlo y, al salir de la oficina, se sintió más determinado. Su padre le había dado un margen de maniobra, una especie de permiso tácito para decidir su propio camino. Pero ahora la verdadera pregunta era: ¿hasta qué punto estaba dispuesto a seguir luchando en una relación que lo consumía?

Mientras se dirigía a casa, sintió que su mente estaba dividida entre su lealtad a la familia y su necesidad de liberarse de la relación tóxica que compartía con Max. Sabía que, de una forma u otra, tendría que tomar una decisión pronto. Una que no solo afectaría a su corazón, sino también a todo lo que habían construido juntos.

matrimonio por conveniencia (chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora