Checo había tratado de sobrellevar las actitudes de Max, de convencerse de que, aunque el trato entre ellos era puramente de negocios, el tiempo y sus propios sentimientos quizá podrían suavizar los bordes ásperos de su relación. Sin embargo, cuanto más intentaba ignorar los actos de Max y sus propias emociones, más atrapado se sentía.
Los últimos días, Max había comenzado a llegar tarde a casa, siempre con excusas vagas y una actitud evasiva que solo alimentaba las dudas y el malestar en Checo. A pesar de todo, una parte de él se aferraba a lo que sentía, negándose a aceptar que quizá Max simplemente no le importaba. Y aunque Checo no quería admitirlo, las noches en vela lo delataban: una mezcla de dolor, confusión y, aunque intentaba evitarlo, de celos.
Una noche, mientras intentaba conciliar el sueño, su teléfono vibró. Era un mensaje de Carlos, su amigo de toda la vida, con quien había compartido sus frustraciones y miedos respecto a su relación con Max. La notificación lo hizo sentarse de inmediato en la cama. Al abrir el mensaje, se encontró con varias fotos. En ellas, se veía a Max en un bar, acompañado de una mujer. Las imágenes eran claras: Max estaba abrazado a ella, con una cercanía que dejaba poco espacio a dudas. Checo sintió una punzada en el pecho. Aunque sabía que su matrimonio con Max era solo un acuerdo, y que él no tenía derecho a sentirse traicionado, no podía evitar el dolor que se instalaba en su pecho.
Carlos le escribió un mensaje corto, pero directo:
—Lo siento, Checo. Creo que debes saber la verdad. No puedo quedarme sin decirte lo que está pasando.
Checo soltó el teléfono con la respiración entrecortada. Las imágenes de Max con aquella mujer se repetían en su mente, y cada una de ellas le producía una sensación de vacío. Por mucho que tratara de convencerse de que no le importaba, la realidad era diferente. No podía ignorar que sus sentimientos hacia Max habían crecido y, con ellos, su vulnerabilidad. Sentía que todo lo que había soportado, todo el dolor y la humillación, ahora era en vano. Él había estado esforzándose por hacer que aquello funcionara, reprimiendo su amor y soportando la indiferencia de Max, solo para descubrir que, mientras tanto, Max encontraba consuelo en otras personas.
Pasó las manos por su rostro, tratando de calmarse. Una parte de él quería enfrentarse a Max, pedirle explicaciones, pero al mismo tiempo sabía que no tenía derecho. Después de todo, ambos habían acordado que lo suyo no era una relación real, ¿verdad? Pero el amor no entendía de acuerdos. Aun así, el dolor en su pecho le recordaba que, por más que quisiera, no podía cambiar lo que había.
La puerta de la casa se abrió poco después de la medianoche, y Checo escuchó los pasos de Max en el pasillo. Se quedó inmóvil, sin saber si debía confrontarlo o ignorarlo, pero sus emociones lo traicionaron. Cuando Max entró a la habitación, con ese aire despreocupado que lo caracterizaba, Checo lo miró con una expresión que mezclaba tristeza y decepción.
—¿Otra vez llegas tarde? —preguntó, su voz baja pero cargada de tensión.
Max levantó una ceja, visiblemente molesto por el tono de Checo.
—¿Desde cuándo tengo que darte explicaciones? —respondió con frialdad, mirándolo como si no entendiera su actitud—. Somos adultos, Checo, y pensé que tenías claro que esto no es un matrimonio real.
Las palabras de Max fueron como un golpe directo al pecho de Checo, y no pudo evitar que su frustración y dolor se manifestaran.
—Tienes razón —dijo finalmente, con un amargo intento de sonrisa—. Esto no es un matrimonio real. Pero, Max, yo… yo intenté que esto funcionara. Intenté entenderte, intenté… —Se detuvo, tragando el nudo en su garganta—. Y mientras yo hacía eso, tú estabas ahí afuera, con otras personas, como si nada importara.
Max lo miró, visiblemente incómodo, pero no dijo nada. Su silencio solo enfureció más a Checo, quien sintió que las emociones contenidas durante meses salían a la superficie.
—¿Sabes? No sé por qué me molesto —continuó, en un tono más bajo, incapaz de sostenerle la mirada—. No debería dolerme esto, ¿verdad? Al final, solo fue un acuerdo.
Max frunció el ceño, como si no entendiera el motivo del enojo de Checo.
—Checo, tú aceptaste esta situación desde el principio. No tienes derecho a exigir nada.
—Tienes razón —admitió Checo, con un suspiro cargado de resignación—. No tengo derecho a exigirte nada. Solo… —Su voz se quebró—. Solo quería que, por una vez, me miraras como a alguien que realmente importa. Pero está claro que eso nunca pasará.
Max lo miró sin responder, y en sus ojos no había ninguna señal de arrepentimiento. Para él, aquello seguía siendo un simple acuerdo, y parecía incapaz de ver el daño que estaba causando en Checo. Finalmente, Max salió de la habitación sin decir una palabra, dejando a Checo solo, con el peso de una realidad que cada vez le era más difícil de aceptar.
Esa noche, Checo se dio cuenta de que, por mucho que quisiera ignorarlo, su corazón ya estaba demasiado comprometido. Pero también entendió que, por el bien de su propia salud emocional, tal vez debía empezar a considerar su propia felicidad por encima de cualquier acuerdo o expectativa familiar.
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matrimonio por conveniencia (chestappen)
Fanfictionambos se ven enredados en un acuerdo organizado por sus padres dónde implica un matrimonio probablemente muy caótico