¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
warnings: contenido sexual explícito, diferencia de edades.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El clima cálido de Mónaco ya había sido suficiente para Lizzie. La belleza italiana se adentró a la carpa para recostarse boca abajo en el colchón inflable, queriendo huir unos minutos de los paparazzis o fanáticos que perseguían a Carlos Sainz luego de su excelente participación en el Gran Premio del día anterior. Su cuerpo estaba cubierto con un bikini de color negro que dejaba a la vista sus curvas y atributos que muchas veces fueron halagados por el hombre de Ferrari.
No tenían una relación en sí, según los criterios de Lizzie, pero él le había dejado en claro que no estaba soltera, por lo que ya no podía salir a las fiestas con el propósito de pasar un buen rato con otro chico. Ahora sostenía la mano de Carlos Sainz, el hombre español que es nueve años mayor que ella. Con veintiun años consiguió atrapar la atención de Carlos como una buena carrera a los aficionados de la Formula Uno. Sin embargo, ella era un alma libre que gustaba sentirse querida de vez en cuando, nada más que pasar un buen rato en brazos de un hombre hecho y derecho como lo era él. Podría ser joven, pero no estúpida. Sabía que Carlos no podía estar solo, lo descubrió luego de los rumores que salieron exponiéndolo en varias citas después de haber terminado con su ex pareja de muchos años.
No pretendía ser el clavo que saca a otro, por eso no se tomaba en serio lo que fuese que tuviera con el piloto. La pasaban bien juntos, pero solo hasta allí.
Al menos, eso pensaba ella. Porque Carlos, por otro lado, no pretendía dejarla ir tan pronto como ella pensaba. Lizzie era adictiva, lo hacía sentir alerta en todo momento con su forma rebelde de sobrellevar las cosas. Le gustaba el desafío, y ella era uno sin duda alguna. Su instinto dominante adoraba la manera en que ella siempre parecía querer huir de sus brazos, y lo calmaba una vez que volvía con esa sonrisa de labios carnosos que rondaba mucho por su cabeza últimamente.
Era mucho más joven que él, y jamás pensó que podría salir con una "niña", como suele molestarla de vez en cuando para obtener una reacción de ella. Maldición, le asustaba lo mucho que había comenzado a quererla, pero no había nada que pudiese hacer con eso ahora.
