El tiempo realmente pasa rápido cuando nos detenemos a pensar en él y pasa tan rápido cuando dejamos de ponerle atención, pero al final, solo podemos verlo como un aliado, un amigo o como un verdugo que tarde o temprano llegará por nosotros, robándonos nuestro último aliento y, entonces, teniendo nuestros últimos instantes de tiempo, pensaremos "Pude haber hecho las cosas mejor". Hubo tantas cosas que no hice".
¿Por qué tenemos tanto miedo de hacer esas cosas por las que, sabemos bien, desearíamos haberlo hecho cuando estemos en nuestro lecho de muerte? La mayor respuesta a esa pregunta siempre serán las opiniones agendadas, pero, ¿cómo va a trascender más? En algunos años, la mayoría de personas olvidarán tu mala racha, olvidarán tus errores y solo quedarán recuerdos en el viento. Por eso, solo nos queda atrevernos, pues al final del día, nosotros mismos tendremos que lidiar con todas nuestras cargas. Seremos los únicos que recordarán cuando no supiste responder una pregunta que te hizo tu maestro o esa mala nota que obtuviste, un regaño de tu jefe o una discusión con tus padres porque llegaste más tarde de lo habitual.
Al final del día, lo que más prevalecerá de nosotros son las memorias que nosotros vamos a transmitir, la huella que vamos a dejar para las generaciones venideras o para nuestro propio futuro, no ese destructor de sueños llamado "El que dirán". Lamentablemente, la sociedad considera que, solo por tener la mínima información de un tema nos da derecho a ser jueces o verdugos cuando realmente no debería ser así, pero las personas vivimos de eso, vivimos del simple hecho de creernos lo suficientemente elocuentes para juzgar cada acción solo porque no corresponde a nuestra forma de pensar, deseando que el mundo fuera exactamente a nuestra forma y placer.
Por ello, no tengas miedo de atreverte a hacer eso que amas, eso que dejará huella, esa acción que, cuando estés recostado viendo el atardecer, puedas decir "Lo logré, hice lo que siempre desee realizar". Muchos se atreven y, realmente, comenzar es lo más difícil; la acción posiblemente sea la parte más simple de lo más complicado, pero lo más complicado y lo que más exige, es convencerte a ti mismo de atreverte, de romper con el molde y de ser esa persona, la que se lanzó a intentar aquello que siempre soñó.
Saca de tu mente todas las barreras que tú mismo te has colocado, porque tu principal enemigo y tu principal obstáculo vas a ser tú mismo; entiendo que no es un camino fácil, pero puedes empezar con algo tan simple como decir lo siguiente:
"Yo quiero intentarlo, sé que puedo intentarlo, confío en mí".
El apoyo llegará solo, siempre y cuando dejes tu corazón y tu alma en cada cosa que hagas, a pesar de los errores y los tropiezos que, al final del día, son solo oportunidades para aprender, no un condicionante para el resto de tu vida. Recuerda siempre que la capacidad de mejorar solo depende únicamente de ti. Así que dime: ¿Te atreveras a intentarlo?
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Cuando la mente habla
Espiritual¿Alguna vez te has sentido fuera de ti? De esos momentos donde solo tú y tú mente conviven en ese efímero momento, esta es una forma que use para sacar todos esos momentos que nada llena tú ser y poco a poco, hasta el punto de consumirnos. Todos ten...