Lo último que necesitaba ahora, era que el entrenador nos pusiera una puta niñera a tiempo completo. Y como si la situación, ya no le pareciera graciosa, tenía que ser su sobrina, para rematarnos. Sabia que esto no iba acabar bien de ninguna de las maneras, y que además iba hacer una jodida distracción para el equipo.
Supongo que el entrenador nos esta poniendo a prueba. Aunque lo peor de todo, era que no parecía amedrentarse ante nada ni nadie, aunque fueran quince tíos, que le sacan dos cabezas de altura, y juegan al hockey de manera brutal.
Joder, dos puñeteras veces me dejo en evidencias, delante de todo el equipo, y solo se resigno a quedarse ahí, haciéndome saber que estaba por encima de mí.
Pero ni de puta coña iba a dejar que eso pasara de nuevo.
Eran las 10:25 AM, ya venía con veinticinco minutos de retraso, maravilloso ejemplo.
La casa olía a...pues, a todo menos a bienvenida. Mis compañeros estaban corriendo de un lado a otro, tratando de disimular el desorden y esconder la colección de calcetines sueltos, latas de refresco vacías y cualquier evidencia de que no éramos precisamente los compañeros de casa más organizados. Aunque a mi me daba igual, lo que pensará, suponía que no a todos les pasaba igual.
Escuche como uno de ellos, grito que la "niñera" estaba por llegar. Por fin, a buena hora, no pude evitar soltar un resoplido. Ni yo, ni ninguno de mis chicos necesitábamos que nos tuvieran vigilados.
Tyler y Jake, siempre los buenos chicos, ya estaban planchándose las camisas, como si nos fuera a evaluar el puto comité moral del campus. Y ahí estábamos, intentando fingir que no estábamos en pánico por la idea de que una chica −la sobrina del entrenador, que era para salir cagando leches− se iba a instalar en la casa.
En nuestra casa.
Estaba sentado en uno de los sofás, cuando escuché como la puerta se abrió, y ahí estaba ella. ¿sin equipaje? Miraba a su alrededor, evaluando el desastre, o bueno, nuestro desastre, sin molestarse ni siquiera en disimular. Me levanté para acercarme a la puerta, y me crucé de brazos, apoyado contra la pared, y no pude evitar levantar una ceja. Esta iba a ser buena.
−Bienvenida Emily −dijo Tyler, en su tono de "chico amable" de siempre −. Prometo no causar problemas...demasiados, al menos.
Jake le siguió con una sonrisa algo nerviosa. −Sí, cualquier cosa, no dudes en gritar si alguno de estos se pasa de listo.
Ethan como siempre, en su postura de bromista, le guiño un ojo. −Aquí estamos todos a tu servicio, −su comentario provoco algunas risas nerviosas.
−Ni de puta coña, paso de esto – menudo reencuentro familiar, Ryan era sin duda, el que menos se alegraba.
Me jodía, más de lo que podía admitir, que Ryan no me hubiese dicho que tenia una jodida hermana gemela. Era mi mejor amigo... ¿desde cuándo? Desde los ¿17? Seis años de amistad, y no tenia ni la menor idea. Y joder como me fastidiaba, pero ya hablaría con él, en otro momento.
Emily, sin inmutarse, les dio una sonrisa entre educada y divertida. Hasta parecía que no se sintiera incomoda de estar aquí parada entre tanta testosterona, en medio del "territorio" de un grupo de jugadores de hockey.
Entonces, llegó mi turno. Me enderecé y me acerca a ella, midiendo cada paso y mirándola de arriba abajo con calma.
−Alex Walter −dije, con el tono de quien no necesitaba presentación −. Capitán del equipo. Llegas treinta y seis minutos tarde, y ¿tu equipaje? −las palabras rodaron por mi boca con sarcasmo, dejándole claro que no estaba exactamente entusiasmado con su llegada.
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Chispas en el hielo - serie corazones en el hielo I
Ficção AdolescenteEmily Carter regresa a su helada ciudad natal, Summit Spring, después de diez años, decidida a completar sus prácticas como relaciones públicas del equipo local de hockey, los Summit Bears. Lo que no esperaba era que su tío la hiciera instalarse y v...