El calor de la tarde se sentía pesado en el pequeño salón donde el grupo de amigos se había reunido a hacer... absolutamente nada. La situación era la de siempre: charlas aleatorias, humor ácido y la inevitable sensación de que, si no se entretenían entre ellos, el aburrimiento acabaría por devorarlos. Sin embargo, ese día, algo extraño estaba a punto de suceder.
De repente, Sorgon, el español de mirada intensa y humor retorcido, se remueve en el sillón y se le escapa un pedo. Pero no era un pedo cualquiera. Este tenía una potencia salvaje, una especie de "pedo furioso", como él mismo lo llamaría, que retumbó en el sofá y lo dejó con una expresión de terror.
—Los cojones, casi me cago encima —dijo, con una sonrisa de satisfacción mezclada con sorpresa.
Erny, siempre con su tono relajado, soltó una risita y le lanzó una mirada desafiante.
—Chico, eso no fue nada. En Cuba hacemos mejores, pero claro... aquí falta un poco de sazón, ¿entiendes? Dijo Erny para ocultar el hecho de que sus pedos no tenían casi potencia.
Matrak, con su aspecto demacrado y un cigarro colgando de los labios, se sumó al reto. Sacó pecho, se concentró y soltó un pedo que retumbó, pero el esfuerzo fue demasiado. Se llevó la mano al costado y jadeó de dolor.
—Bro... creo que me rompí una costilla, hermano —gimió, mientras intentaba acomodarse en el sofá.
Elian, con su acento argentino inconfundible y el cigarro apenas sujetado en la comisura de los labios, no pensaba quedarse atrás. Se levantó, tomó aire y soltó un pedo tan potente que las ventanas vibraron y un cuadro cayó al suelo.
—¡La puta madre! Mirá vos, papá, esto es un pedo como Dios manda —se enorgulleció, arreglándose el pelo mientras reía.
Luigi, quien había estado observando tímidamente, levantó la mano con nerviosismo.
—Chicos... yo creo que puedo hacerlo mejor, eh —dijo, con una mezcla de vergüenza y entusiasmo.
Todos lo observan expectantes. Luigi se concentra y, como si estuviera canalizando alguna energía cósmica, suelta un pedo... pero en ese momento, algo extraño sucede. Un sonido agudo y rítmico parece resonar en el ambiente, como un mensaje oculto en el viento. Las ondas del pedo de Luigi parecen vibrar de una forma que trasciende el salón y se propaga mucho más allá.
A miles de años luz, en un rincón oscuro del universo, una nave alienígena capta la señal. En su interior, un grupo de extraterrestres recibe el mensaje con alarma.
—¡Es una señal de guerra! —grita Zogtonio, líder militar de Vorpinia y gran comandante del emperador, interpretando el mensaje de Luigi como una llamada al combate.
Los alienígenas vuelven a su planeta y comienzan a prepararse para la invasión, mientras en la Tierra, los amigos se ríen sin saber que han desencadenado algo mucho más grande que ellos. Lo que había empezado como una simple competición de pedos estaba a punto de convertirse en una lucha intergaláctica.
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Pexodus
Humor¿Qué harías si el destino de la humanidad dependiera de... pedos épicos? Erny y su grupo de amigos, "los chavizos", jamás imaginaron que un simple descuido podría provocar una invasión alienígena. Ahora, la Tierra está a merced de Vorpino y su imp...