EPÍLOGO

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—¡Voy! —la voz de Hoseok resonó a través del pasillo, bajando las escaleras con prisa. Corrió hasta la puerta de la casa, abriéndola al tiempo que Namjoon acomodaba la bolsa de regalo a su costado. Tan pronto como compartieron miradas, se sonrieron y el castaño lo instó a pasar mientras terminaban con los últimos preparativos.

—¿Llegué muy temprano? —cuestionó el mayor — No, está bien. ¿Deseas algo de tomar, hyung? Estoy terminando de vestir a Bin, Yoongi no debería tardar en bajar para saludarlo. 

—Está bien, ve a terminar lo que estabas haciendo, yo estaré en la sala —lo empujó suavemente por el pasillo, haciendo que comenzara a subir las escaleras. 

—Cualquier cosa, sabe en dónde está la habitación de Bin —con una sonrisa apenada, volvió a sumergirse en el pasillo para terminar de vestir al cachorro.

Nabin estaba cumpliendo su primer año de edad, y con ello había llegado también el día de la pequeña fiesta que habían organizado para celebrarlo. Hoseok no estaba teniendo un buen día, demasiado apresurado por terminar de arreglar todo y recibiendo a las personas, se preguntó en dónde se encontraba su alfa para ayudarlo. Se sentía demasiado presionado, pero cuando por fin logró terminar en abotonar la camiseta de su cachorro, sonrió aliviado en haber terminado su tarea más importante del día. 

Vestir al pequeño estaba siendo toda una travesía para los padres, ya que el niño prefería vestir únicamente con su pañal y, con algo de suerte, alguna camisa que fuera para dormir o algo informal en general. Hoseok había casi llorado cuando vio esos primeros comportamientos, puesto que se había esmerado en comprarle tanta ropa al cachorro como fuera posible, inclusive sus cajones estaban por reventar porque lo que veía el omega para su pequeño, se aseguraba de conseguirlo. 

—¡Hyung!—Yoongi alzó la voz al ver a Namjoon sentado en la sala, dejando la bolsa de regalo en la mesa de centro. 

—Yoongi, parece que llegué muy temprano —sonrió divertido, levantándose para saludarlo con un abrazo.

—Está bien, solo tuvimos unos contratiempos y por ello estamos algo apurados, pero no te preocupes por haber llegado a esta hora —rompiendo el abrazo, señaló detrás suyo— ¿Me ayudarías a sacar un par de bandejas? Hoseok está insistiendo que debo de sacarlos o se volverá loco si no los ve afuera. —Claro, adelante —carcajeando, lo acompañó hasta la cocina, recogiendo cada uno dos bandejas de lo que parecían postres en formas de pastelitos adornados con diversas figuras. 

Cuando terminaron de acomodar las bandejas y se aseguraron que las sillas estuvieran acomodadas, el azabache se sirvió un vaso de limonada, sintiendo su boca demasiado seca para su gusto. 

—Yah, ¿Qué es lo que ocurre, Yoongi? Pareces algo distraído —cuestionó con una ceja arqueada, presintiendo que algo sucedía. 

—¿Qué? No ocurre nada —negó de prisa, dejando el vaso a un lado. 

—Espera, ¿Acaso piensas proponerle algo? —entrecerrando los ojos, obtuvo su respuesta— ¡¿Se lo vas a proponer?!

El alfa intentó callarlo, posando sus manos contra la boca del mayor.

—¡No lo grites!

Namjoon abrió los ojos con sorpresa, emocionado por la repentina noticia. Maldición, se sentía muy feliz por la determinación de Yoongi, sintiendo un sentimiento de orgullo creciendo en su pecho. 

—Te deseo toda la suerte, aunque sé que no la necesitas, ambos son muy felices con el otro que un compromiso más o menos no cambiará lo que sienten entre ustedes, ya se ven muy comprometidos así. 

—Lo sé, pero a él le gustan esas formalidades y pienso darle todo lo que quiere —confesó con un leve rubor en sus mejillas— Pienso proponerle que nos vinculemos, y también tengo un anillo de compromiso en mi bolsillo. He tratado de evitarlo todo el día para evitar que lo vea, pero también quiero estar presente para ayudarle, aún no estoy seguro de en qué momento entregárselo. 

—Hazlo cuando todo esto termine, apuesto que así perdurará más su emoción por el compromiso —palmeando su espalda, sonrió genuinamente— Me alegra que hayas encontrado a Hoseok, no solo por ser tu destinado, sino porque los dos se complementan demasiado bien. Nabin no podría tener mejores padres que ustedes, no solo por el amor que le dan, sino por el amor que tienen entre ustedes. 

—Muchas gracias, hyung —con una última mirada, lo abrazó antes de separarse— tengo que volver, probablemente me esté buscando para terminar de sacar los últimos arreglos que guardó en nuestra habitación. 

—Ve, estaré aquí para suplirlos como anfitriones —bromeó con diversión, observando como se comenzaba a alejar por el patio. 

Namjoon inclinó su rostro lo suficiente para observar el cielo, sonriendo al sentir una paz inexplicable en su pecho. La diferencia de ver a Yoongi solo hace un año atrás, en aquella habitación de hospital totalmente afligido y destrozado por la situación, siendo consumido por sus temores e inseguridades, le había destrozado el corazón en ese momento, pero verlo ahora siendo tan feliz como jamás había tenido la oportunidad de verlo, teniendo a su propia familia y futuros compromisos por cumplir, todo parecía encajar en su lugar. 

A pesar de que su recorrido no terminaba ahí, sabía que aún había demasiadas cosas que la pareja haría una vez que dieran el siguiente paso al compromiso, pero estaba feliz por lo lejos que habían llegado cuando no habían tenido esperanza solo hace un poco más de un año atrás. 

Y cuando el resto del día pasó como un borrón ante los ojos de todos y la fiesta se había concluido con éxito, teniendo a un entusiasmado cachorro cubierto de betún por lo quisquilloso que se había convertido al estar frente a la mesa del pastel, las decenas de fotografías que había sacado con cada uno de los invitados y las presentaciones de amigos y familiares de ambos padres, habían culminado la noche despidiendo a todos con una gran sonrisa y agradeciéndoles su presencia. 

El mayor se quedó el tiempo suficiente para cuidar al pequeño entre sus brazos, pateando los globos que se encontraban en el patio hasta que observó el interior de la casa el tiempo en que el alfa se acuclillaba en una rodilla y abría la caja aterciopelada, teniendo un vistazo del gesto de sorpresa del omega antes de saltar a sus brazos, los dos cayendo al suelo por el inesperado impacto. Las carcajadas sonaban desde adentro, haciéndolo sonreír de igual manera antes de volver su atención al cachorro. 

Ahora todo estaba bien, todo había concluido de una manera especial para todos. 

Fin. 

 

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