ESPÍRITUS MALIGNOS

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Suena el interfono. Primero hay un crujido de estática y luego una voz estridente de mujer que dice:

—Buenas noticias, cariño. —La voz que sale de la rejilla del altavoz pertenece a Shirlee, la vigilante nocturna, que dice—: Parece muy probable que vayas a poder follar en esta vida...

Recién admitida esta semana, Shirlee dice que se trata de otro portador del virus de Keegan Tipo 1. Que el nuevo residente es asintomático, y, mejor todavía, que tiene una polla enorme.

Shirlee es lo más parecido a una amiga íntima que se puede tener aquí.

¿Se acuerdan de aquel niño que tenía que vivir dentro de una burbuja de plástico porque no era inmune a nada? Bueno, pues este sitio es lo contrario. La gente que vive aquí, en Columbia Island, los residentes permanentes, son portadores de microbios que matarían al mundo entero. Virus. Bacterias. Parásitos.

Incluida yo.

Los agentes del gobierno, los mandamases de la marina, llaman a este sitio el Orfanato. Es lo que dice Shirlee. Lo llaman el Orfanato porque, si estás aquí, es que tu familia está muerta. Lo más probable es que tus maestros estén muertos. Que todos tus viejos amigos estén muertos. Que todo el mundo que conocías esté muerto y que los hayas matado tú.

Ya saben que el gobierno está un poco en un atolladero. Claro, podrían matar a esta gente —para proteger el interés del público—, pero esta gente es inocente. Así que el gobierno finge que puede encontrar una cura. Tiene a la gente encerrada aquí y cada semana les sacan sangre para hacerles pruebas. Cada semana les dan sábanas limpias y cada día tres comidas.

Cada gota de pis que sale de ellos, el gobierno la esteriliza con ozono y con radiación. Cada bocanada de aire que exhalan es filtrada y fregada con luz ultravioleta antes de que ese aire regrese al mundo exterior. Los residentes de Columbia Island no cogen resfriados. Nunca tienen contacto con nadie que les pueda pasar la gripe. Salvo por el hecho de que todos ellos son portadores de sus propias plagas personales con potencial de pandemia mundial, son la pandilla de tíos y tías con mejor salud que nunca querrías conocer.

Y es trabajo de la marina encargarse de que nunca los conozcas.

La mayor parte de lo que yo sé viene de Shirlee, mi vigilante nocturna. Shirlee dice que estar encerrada aquí tampoco es para quejarse. Dice que la gente del mundo de fuera tiene que trabajar de sol a sol todos los días y aun así no consiguen ni la mitad de lo que quieren.

Ahora Shirlee se dedica a decirme que encargue unos rulos térmicos. Para ponerme un poco guapa. Para mi nuevo futuro novio. Este tipo nuevo que es portador del Virus de Keegan Tipo 1.

Aquí uno se limita a ir al ordenador y escribir una lista de lo que quiere. Y si el presupuesto lo permite, es suyo. El principal obstáculo es cuando pide demasiadas cosas. Libros. Discos compactos. Películas en DVD. Pueden meterlo aquí, pero después de tocarlas, las cosas se vuelven tóxicas. El mayor problema es cómo incinerarlas hasta que se vuelvan ceniza tóxica.

Para solucionar esto, Shirlee te hace pedir cosas que quiere Shirlee. A Shirlee le encanta el rollo Elvis Presley antiguo. El rollo Buddy Holly. Yo lo pongo en la lista y Shirlee se queda la música en cuanto llega. Sin líos. Sin alboroto. Y evitando grandes acumulaciones de cosas tóxicas en la habitación.

Los tíos de la marina dicen que no se pueden permitir libros de poesía. Que si algún perro guardián de la administración ve algo como Hojas de hierba en un documento de la Freedom of Information Act, aquí van a rodar cabezas. Así que Shirlee me compra mis libros de su bolsillo. Y yo le pago con discos compactos de Elvis que encargo pero que no quiero. La mayoría de las noches, Shirlee quiere educarme sobre los acontecimientos del presente, como, por ejemplo, quién está tirando bombas sobre qué país y quién es el nuevo cantante al que todas las chicas se quieren follar.

Relatos de Chuck PalahniukDonde viven las historias. Descúbrelo ahora