34. Marcas

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10 DE JULIO

ANDREA

— Andrea, invitaremos a la familia Richter —comenta mi madre mientras sirve el desayuno.

Frunzo el ceño y pregunto: —¿Quiénes son?

Al ver mi expresión de desconcierto, mi madre aclara: —Son una familia que se mudó hace poco.

No entiendo por qué los quiere invitar; ella nunca invita a desconocidos, y menos a forasteros como los llama cuando no llevan mucho tiempo en el pueblo.

—¿Por qué los vas a invitar? Se supone que es mi fiesta, yo debería escoger a los invitados —digo, jugando con la comida en mi plato, sin nada de apetito.

—No —me responde con una sonrisa fingida—, tú solo te vestirás bonita, sonreirás y reirás.

—O sea, como una muñeca —susurro mientras bajo la mirada al plato, evitando que alguien vea las lágrimas que contengo.

Siempre es el mismo problema.

—Creo que deberías dejar que invite a sus amigos, o no entiendo para qué haces esta fiesta —interviene mi tía en mi defensa, notándome cabizbaja.

—Tienes razón, podríamos invitar a Verónica y Hermione, al fin y al cabo sus padres son amigos nuestros.

¿Amigas? Esas hipócritas.

—Quiero invitar a Brusela —insisto.

—Ay no, esa niña no me da buena impresión. Su padre es... —se detiene, poniendo una mueca de disgusto— curioso.

¿Padre? Brusela nunca me ha hablado de su familia.

—Quiero invitarla a ella, no a su padre —repito sin darme por vencida.

—No.

—¿Por qué? —pregunto enfadada— Tú puedes invitar a tus amigas chismosas, y papá a sus amigos políticos, ¿pero yo no puedo invitar a mi única...?

Mi voz se corta cuando escucho la voz enojada de mi padre.

—¡Andrea! Escucha bien, bastarda, no tienes ningún derecho a hablarnos así. Eres una malagradecida y deberías estar agradecida de que te hacemos algo por tu miserable vida —dice, apretando los cubiertos con fuerza, mientras mi madre sonríe con arrogancia.

Siento que el vaso de vidrio en mis manos va a romperse en cualquier momento.

Intento que sus palabras no me afecten, aunque pienso que nadie debería hablarle así a su hija. A veces creo que no lo soy, siempre prefieren a Nicolás.

—Tu hermano vendrá ese día —hablando del rey de Roma.

Mi madre se acerca y toma mi rostro bruscamente, clavando sus uñas en mis mejillas—. Quiero que todo salga perfecto. Cualquier error lo pagarás muy caro —dice, mirándome con desdén.

—¡Basta! —exclama mi tía, levantándose de la mesa—. Tenemos que hablar —nunca la había visto tan enojada—. Andrea, cariño, tu lonchera y mochila están en la sala —me dice, suavizando su mirada hacia mí—. Ve, que se te hace tarde para el instituto.

Me levanto y solo me despido de ella. Sé que esto me traerá problemas, pero ya no me importa; que se jodan.

                                                                                 
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⏰ Última actualización: Nov 13 ⏰

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