DON ELEGANTE

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No me preguntéis cómo lo sé, pero la próxima vez que os veáis gordos, sabed que hay gente que está mucho peor. Imagináoslo cuando estéis en el gimnasio contando abdominales o haciendo levantadillas de rodillas para tonificar los músculos del abdomen; sabed simplemente que hay gente que tiene a otra persona creciéndole de esa parte del cuerpo. En esa zona carnosa y flácida que hay por debajo de la caja torácica, donde vosotros solo tenéis la «curva de la felicidad», esa otra gente tiene brazos y piernas y la mayor parte de otra persona colgándoles por encima del cinturón.

Los médicos lo llaman «parásito epigástrico».

Hay médicos que llaman a esa persona extra «heteradelfiano», que es una forma pija de decir «hermano distinto». Significa alguien que debería haber sido tu hermano o hermana pero que nació con la cabeza dentro de tu vientre. Esa persona extra nace sin cerebro. Sin corazón. No es más que un parásito y tú eres el anfitrión.

Son cosas que no se pueden inventar.

Y escuchad, por favor. Si os estoy contando todo esto y resulta que vosotros tenéis a otra persona creciéndoos del sobaco, no os sulfuréis.

Si os estoy contando esto es porque yo antes también tenía uno, en cierta manera.

Y confiad en mí, si hay algo peor que tener un poco de grasa subcutánea colgando, es que os salga de ahí un desconocido sin corazón y sin cerebro. Y a veces pasa muchos años después de que hayas nacido.

No me preguntéis tampoco cómo sé esto, pero después de hacer cien millones de abdominales, cuando os presentéis para el puesto de bailarín sexy tipo Chippendales —o simplemente para que os contraten como bailarín exótico desnudo y musculoso—, os preguntarán: «¿Sufres ataques de epilepsia?».

La pregunta está en el formulario que te dan en la consulta del médico donde vas a hacerte la revisión médica justo después de la audición. La enfermera te da una tablilla sujetapapeles llena de formularios con un bolígrafo y un vasito de plástico para que lo llenes de pis. Y la compañía de baile ni siquiera es la auténtica Chippendales, pero si le preguntas a cualquier bailarín exótico masculino fondón y de capa caída en qué conjunto de baile está, para evitarse un montón de explicaciones te dirá que está en Chippendales.

Todos reconocemos esos puños de papel blanco y esa pajarita negra protegidos por copyright.

En realidad, mi audición fue para los Savage Knights. «Knights» con «K» mayúscula. Los Savage Knights son la típica compañía de bailarines masculinos entusiastas y sonrientes estilo Chippendales, con clientela femenina. Su oficina central puso el anuncio en la página web Backpage. Bajo la categoría «Empleos para adultos», su anuncio iba bajo el epígrafe «Vive Tu Fantasía».

En la sala de banquetes del Holiday Inn del aeropuerto, aquel domingo por la tarde, la sonrisa de mi cara era una mentira. Mi bronceado era una mentira. También mi pelo rubio. En la solicitud para el puesto, puse ochenta y cuatro kilos, lo cual también era mentira. En vez del color de mis ojos puse el color de mis lentillas. Durante la parte de la entrevista que se hace sentado, dije que quería ser un Savage Knight porque me gustaba viajar a sitios interesantes y conocer a gente nueva.

Pero la verdad era que solo quería una carrera en la que todas las noches cientos de vírgenes jóvenes y borrachas me metieran billetes en los calzoncillos con los dientes.

Cuando me preguntaron mi edad, mentí por un margen de tres años y dije que tenía veinticuatro. Hasta el último de mis dientes metidos en fundas era una mentira blanca y reluciente.

Me rasuré el vello púbico castaño y la agente de Savage Knights me dijo que tenían una vacante para un Don Elegante. En todo momento, me contó, había dieciséis compañías distintas de Savage Knights viajando por el mundo, satisfaciendo la demanda de strippers masculinos de miles de millones de personas por todo el planeta. En cada compañía había un bombero, un agente de policía, un soldado y un trabajador de la construcción con casco de obra amarillo. Era como la versión itinerante del Día de Orientación Profesional de las escuelas secundarias. Y también un Don Elegante, que hace su entrada vestido con un esmoquin de stripper y les da rosas a todas las mujeres de las mesas de alrededor del escenario. Sofisticado y cosmopolita. Un desenvuelto James Bond.

Relatos de Chuck PalahniukDonde viven las historias. Descúbrelo ahora