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Beanie - Chezlie◞───────⊰·☆·⊱───────◟

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Beanie - Chezlie
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— Meiko... — Su voz sono apenas como un susurro. — Perdón. —

No entendia porque se disculpaba. 

Dentro de mi cabeza solo puedo pensar en la forma que siento su respiración contra mi.

Subí mis manos hasta su nuca y mis dedos serpentearon por sus mechones blancos, acariciando lentamente.

Se siente bien. Es relajante.

El suspiro que suelta me da la sensación de que a él también le gusta.

— Mhmm... — Murmura contra mi pecho y sus manos se mantienen en mi espalda baja.

Me gusta este silencio, la forma en que estamos tan cerca que puedo sentir su respiración.

No hace frío, hay demasiada humedad en el ambiente debido a la lluvia de ayer. Todas las plantas en el jardín están agradecidas por eso.

Tampoco hace calor, pero me siento cálida.

— Perdón. — Repitió y levanto su cabeza separándose levemente. Tiene que inclinarse bastante para estar a mi altura.

Quisiera levantarme, pero seguramente me obligaría a sentarme devuelta.

No me molesta que estemos tan cerca, quiero que se mantenga así.

Mis manos bajan de su cabello hasta sus hombros antes de hablar. — Ya te dije que no te disculpes... — Susurre.

— Simplemente no puedo... — Desvío su mirada un segundo y de forma automática mi mano derecha bajo hasta la suya, entrelazando nuestros dedos. La izquierda la deje sobre su hombro.

— No pasa nada, Sanemi. Esta bien. —

Me sentía hipnotizada, como si me hubiesen lanzado un hechizo y lo único que podía hacer era mirarlo.

Él apretó su agarre en mi mano y volvió a sentarse sin separarse en ningún momento.

— ¿Ahora vas a decirme porque te fuiste así? — Pregunte mientras nuestros hombros se tocaban.

— ¿Tu muñeca esta bien? — Evadió mi pregunta con otra y se inclino un poco más cerca, tomando mi mano izquierda.

— Si, si... — Murmure.

Sus manos son más grandes que las mías y tiene cicatrices incluso ahí, sus nudillos están marcados, al igual que los huesos que la continúan y se notan a través de su piel hasta su muñeca.

— No te preocupes por eso, pero no me esquives la pregunta. — Dije con cierta preocupación. No entiendo porque se esmera tanto el esquivar el tema. — ¿Hice algo que te molestara? —

Felicidad | Sanemi ShinazugawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora