En tu mirada rubí

Cap 37: Entre el pasado y el presente

Capítulo súper especial, por favor léanlo con puro sentimiento.

¿Qué tal se preparan para Sonic 3? ¡Yo no aguanto la emoción!
______________________________

Shely

Escuché sonidos extraños que se perdían en la distancia. Cómo el soplido del viento en la amplitud de un valle y el canto de las aves. Sonidos conformando algún tipo de melodía del cuál mi cerebro se rehusaba a comprender. Solté un gruñido de mala gana, girando mi cuerpo envuelto en las cálidas sábanas, inhalando un aroma nuevo pero que de alguna forma me resulta particularmente conocido. Quería continuar durmiendo. Una luz sobre mis párpados me obligó a volver a moverme, sin embargo la luz no desapareció, se hizo tan molesta que terminé abriendo ambos ojos. Estaba tirada en una cama, tan suave que deseé quedarme en ella toda la jodida vida. Me encorpore y tras estrujar mis ojos me dí cuenta...

Que no tenía idea donde carajos estaba.

Un cuarto desconocido, pequeño, sin mayor lujo, con solo un armario, una cama no muy grande y una puerta a un lado, supuse que sería el baño. La molesta ventana dejando que entren los insoportables rayos del sol y algunos cuadros en la pared. Eran fotografías.

Fotos de Tom junto a su familia.

¡Oh mierda!

Me levanté de un salto tan solo para mirarme a mí misma. Estaba vestida, aunque sin la chaqueta de cuero ni mis zapatos. Me hizo sentir aliviada. ¿De verdad me embriague de esa forma? Solo recordaba estar en ese bar de perros, luego platiqué con el novato, me levanté para ir al baño y...ya no recuerdo más. Cómo si mi cerebro formara un bloqueo mental. ¿Cómo había llegado hasta aquí? Es más que obvio que seguro él me trajo, pero es primera vez que olvido lo que pasó por culpa de la bebida.

Esperaba que al menos ese tonto no fuera hecho nada imprudente conmigo, o tendríamos serios problemas.

Encontré mi chaqueta sobre un banco junto a la cama, me coloqué los zapatos y visualice un pequeño espejo pegado al armario. Me veía desaliñada, espantosa y con ojeras hasta el suelo. Patética. Intenté recoger mis púas en una cola para que mi imagen no fuera tan lastimosa, he iba a salir de ahí hasta que algo captó mi atención. Un cilindro metálico casi de mi altura, junto al armario, casi escondido, lo sujetaba un carrito de metal y en la parte superior sobresalían dos especies de reloj, sosteniendo un envase extraño con mangueras delgadas y en una colgaba una mascarilla.

Fué como si mi mente hiciera un nuevo click. Me quedé anonadada observando. Al lado estaba un pequeño gavetero. Quise equivocarme ante el presentimiento de mal agüero, pero resultó ser más que obvio. Abrí una gaveta y fué justo como en mi pasado. Fármacos, muchos fármacos. Mi pecho se oprimió, acelerando mi ritmo cardíaco. No podía ser cierto. No, todo menos eso. Salí disparada del cuarto, como quién huye de su peor miedo, su más terrible pesadilla. Enseguida me encontré la pequeña sala junto a la cocina, ahí estaba Tom, yendo de un lado a otro mientras escuchaba música de la radio, preparaba el almuerzo y silbaba la melodía. Sin uniforme, solo con un pantalón puesto y el pelo más desordenado de lo normal.

Enseguida notó mi presencia y se giró, regalandome una gran sonrisa, muy característico de él. Sus ojos se veían aún más cansados que los míos, y hasta ese momento me di cuenta la palidez de su piel y bajo peso. Tom era muy delgado, no exagerado, pero más de lo cotidiano, casi como una persona mal alimentada. Su piel se veía delicada y frágil, me quedé sin aire al observar aquellas cicatrices en su tórax, claramente por operaciones quirurgicas. De hecho, a un costado se encontraba otro cilindro, solo que más pequeño que el anterior, como uno de emergencia.