con un brillo suave, y Kuroo, vestido con una simple capa, caminaba por los pasillos con pasos firmes, su mente llena de pensamientos. La noche pasada, después de los disturbios en la aldea y la conversación junto a la fogata con Kenma, Kuroo había tomado una decisión. Ya no quería ocultar la importancia que Kenma tenía en su vida; era su mejor amigo, su confidente… y algo más que solo él mismo empezaba a comprender.
El viejo rey, su padre, aún vivía en una de las torres del castillo, lejos de las tensiones de la corte, pero su presencia seguía siendo una influencia fuerte y sabia en la vida de Kuroo. Mientras caminaba hacia la habitación de su padre, Kuroo intentaba poner en orden sus pensamientos. Sabía que esta conversación no sería fácil, pero quería, más que nada, ser honesto.
Al llegar, Kuroo golpeó suavemente la puerta y escuchó la voz serena de su padre invitándolo a pasar. El anciano rey, ahora algo debilitado pero con la misma autoridad en su mirada, estaba sentado en una silla junto a la ventana, observando el amanecer.
—Kuroo, hijo mío —saludó su padre con una sonrisa cálida—, parece que tienes algo importante que decirme.
Kuroo se acercó, sintiendo que las palabras se atoraban en su garganta, pero reunió el valor y comenzó a hablar.
—Padre… hay algo que llevo tiempo queriendo contarte. —Sus palabras salieron con un tono serio, casi solemne—. Es sobre Kenma y… nuestra relación.
El anciano rey arqueó una ceja, pero sus ojos mostraban comprensión en lugar de juicio.
—Kenma, el hijo del poeta. —Asintió lentamente, recordando al joven que había crecido junto a su hijo—. Siempre pensé que tenías un vínculo especial con él.
Kuroo respiró hondo, intentando poner en palabras los sentimientos que había guardado por tanto tiempo.
—Padre, Kenma es más que un amigo para mí. Él me da una paz que nadie más puede ofrecerme, es quien me da fuerza cuando siento que todo se desmorona, quien me entiende en cada silencio… quien me hace querer ser un mejor rey, pero también un mejor hombre.
El rey observó a Kuroo en silencio, procesando sus palabras. La relación entre un rey y alguien de la corte, especialmente alguien como Kenma, hijo de un poeta y no de un noble, podría ser vista como inusual. Sin embargo, el anciano comprendía la soledad del poder, y cómo esa soledad podía ser suavizada solo por alguien que realmente te comprendiera.
—Kuroo… —empezó el rey, con una voz amable y pensativa—, ¿sabes lo que esta relación podría significar para ti y para él? No solo por la opinión de la corte, sino por el peso que este vínculo puede traerle a Kenma.
Kuroo asintió. Era consciente de los rumores y las críticas que podrían surgir, pero más que eso, sabía que amar a alguien en su posición podría poner a Kenma en peligro, exponerlo a la mirada escrutadora de la corte y del pueblo. Aun así, sentía que el amor que compartían era un refugio en medio del caos de la vida real.
—Lo sé, padre, pero Kenma ha sido mi apoyo incluso en los momentos más oscuros. No quiero ocultarle al mundo lo que él significa para mí. Sé que nuestra relación podría ser un desafío, pero estoy dispuesto a enfrentar cualquier obstáculo.
El rey sonrió, asintiendo lentamente.
—Veo en tus ojos la misma determinación que tenía tu madre cuando me eligió a mí, pese a todas las dificultades. El amor, Kuroo, no siempre se adapta a lo que la sociedad espera, y tal vez eso es lo que lo hace tan especial. Si Kenma te da la paz y el apoyo que necesitas, entonces él ya es una parte importante de este reino. Quizás, la corte y el pueblo solo necesiten tiempo para comprenderlo.
Kuroo sintió un alivio profundo al escuchar las palabras de su padre. La bendición de aquel hombre al que tanto respetaba le dio un nuevo sentido de seguridad.
—Gracias, padre —dijo Kuroo con una sonrisa, la emoción brillando en sus ojos—. No sabes cuánto significa esto para mí.
El anciano rey se levantó, acercándose para poner una mano en el hombro de su hijo.
—Hijo mío, un rey debe aprender a escuchar a su corazón. Y si Kenma es quien lo hace latir, entonces no tienes nada que temer. Cuida de él, como él cuida de ti.
Kuroo abrazó a su padre, sintiéndose, por primera vez en mucho tiempo, verdaderamente comprendido.
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The King's Fiancé
FanfictionEl joven rey Kuroo debe casarse por el bien de su reino, pero su corazón ya tiene dueño: Kenma, su mejor amigo y el hijo del poeta del palacio. ¿Podrá desafiar las normas para seguir lo que realmente siente?†